Juan Manuel Ubeira, defensor del ex comisario Juan José Ribelli, arrancó con críticas al por mayor contra estamentos de la justicia y el Poder Ejecutivo de la década menemista, a quienes responsabilizó de “armar” la versión que incriminó a su cliente en la trama del atentado contra la AMIA.
En una extensa introducción, Ubeira aseguró que Ribelli “siente compasión y comprensión por los familiares de los muertos en el atentado a la AMIA, porque sabe que pudieron ser sus hijos o sus familiares” los que pudieron haber fallecido en el ataque.
Enseguida cargó contra el Estado nacional, al que acusó de “preferir pagar”, por los 400.000 dólares que recibiera Telleldín, “en lugar de investigar”.
Acusó, entonces, al ex presidente Carlos Menem y criticó la visita del juez Galeano a la residencia de Olivos, días después del atentado.
“Allí se le dio al juez la orden de no investigar a los iraníes y seguir la pista de Telleldín”, remarcó Ubeira.
También acusó al ex jefe de la SIDE, Hugo Anzorreguy, señalándolo como “el mentor” del juez Galeano y al ex ministro del Interior, Carlos Corach quien, junto a la fallecida camarista federal Riva Aramayo tuvieron “el manejo real de la causa AMIA”.
Luego llegó el turno de la crítica a los jefes policiales de la Federal y la Bonaerense que pasaron como testigos por el juicio oral. Ribelli, sostiene Ubeira, “ha sido mucho mejor hombre y mucho mejor policía que los jefes de policía que por aquí pasaron”. “El juez Galeano se sumó a una verdadera estafa procesal, pergeñada por diferentes actores que tenían como directo resultado engañar a los jueces de este proceso”, sentenció Ubeira.
El ataque como defensa
Un capítulo aparte merece las fuertes críticas que Ubeira descargó contra los abogados querellantes de la AMIA y la DAIA.
“Acá se habla de una sociedad entre mi cliente y Telleldín, pero la única sociedad que visualizo es la del juez Galeano con los abogados de la DAIA y de la AMIA”, a quienes ubicó alineados con Galeano.
Fustigó, principalmente a la abogada de la DAIA, Marta Nercellas, quien reconoció durante su alegato que aceptó portar un micrófono para grabar una charla con un policía detenido durante la investigación, Bautista Huici. “¿Como es que estos acusadores tienen la fuerza necesaria para acusar a mi cliente y pedir reclusión perpetua?”, se preguntó Ubeira.
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