Por primera vez en cuatro años, el Foro (establecido en 2001 como un espacio de articulación política alternativa con respecto al Foro Económico Mundial de Davos por parte de los grupos anti-globalización) tiene lugar fuera de Latinoamérica, en una jugada que pretende ampliar su base de sustentación e incorporar temáticas regionales de gran relevancia en el contexto asiático, que hasta el momento estaban prácticamente ausentes en el ámbito del FSM (por ejemplo: los dalits en la India, la problemática del Tíbet, la explotación laboral infantil, el tráfico de mujeres, las víctimas de derrames tóxicos, entre otros). No obstante, y tal como ocurre desde la Conferencia Mundial contra el Racismo en Durban (2001), buena parte del programa se concentró en los ataques contra Estados Unidos e Israel y la reivindicación de la “resistencia” palestina. Cerca de 60 talleres estuvieron dedicados a estos temas. Entre esos talleres podemos mencionar:
– Los crímenes israelíes contra las mujeres palestinas.
– El muro del apartheid.
– Sindicatos en Palestina.
– La violación de la dignidad palestina.
– Kurdos, tibetanos y palestinos.
– Apoyo a Palestina por parte de organizaciones de base.
– Trabajadores palestinos en Israel.
– La nueva tríada: India, Estados Unidos e Israel.
– Maestros en solidaridad con Palestina.
– Boicot a quienes apoyan a Israel.
– Red de solidaridad con Palestina.
Tal como ocurrió en 2003, el Secretariado del Foro previó incluir el conflicto entre Israel y palestinos en la agenda, brindando como modelo de diálogo surgido desde el ámbito de la sociedad civil los llamados “Acuerdos de Ginebra”. El propio fundador del Foro Social Mundial, Oded Grajew (nacido en Tel Aviv en 1944 y residente en Brasil desde hace décadas) respaldó esta posición al decir que “los gobiernos no van a alcanzar la paz; sólo lo logrará la sociedad civil, integrada por la gente que está sufriendo”.
No obstante, pese al espacio otorgado desde la organización del FSM a esta iniciativa, las organizaciones radicalizadas presentes en Mumbai interpretaron los “Acuerdos de Ginebra” como un triunfo de la “entidad sionista” (la denominación elegida para referirse a Israel). Para la mayoría de los grupos radicalizados (entre ellos, grupos israelíes), “los acuerdos de Ginebra representan un desvío de la verdadera lucha”.
En sus palabras:
– “Ginebra es una fachada de paz y reconciliación. Es un viejo discurso con nuevo ropaje. Vamos a combatir esta puesta en escena de sonrisas y apretones de manos”.
– Un integrante del equipo de trabajo palestino para la elaboración de estos acuerdos, dejó en claro que “Ginebra no anulará los reclamos por el derecho de retorno. Israel debe aceptar el derecho humano de todos aquellos que quieran regresar”.
– “El objetivo de Israel no es sólo someter a los palestinos, sino que ellos acepten la sumisión”.
– “No hay ‘dos lados’; hay un lado que oprime y un lado que es oprimido”
– “Jerusalem occidental fue el escenario de una limpieza étnica en 1948”
– “Los Acuerdos de Ginebra no brindarán una paz justa y sustentable; no hay motivo alguno por el cual tengamos que aceptar la existencia de un Estado judío”.
Inicio de campaña palestina
El eje central de la campaña palestina en esta edición del Foro giró alrededor del llamado ‘Muro de Defensa’ a la cual refirieron como “la muralla del apartheid”. Allí anunciaron el inicio de una campaña que tendría como punto de partida el propio FSM, la presentación ante la Corte de La Haya, una movilización internacional el próximo 20 de marzo y una serie de actividades a lo largo del año que culminarán en la semana del 9 al 16 de noviembre de 2004. Este cierre de campaña coincide con la conmemoración de la Kristallnacht, hecho que difícilmente pueda considerarse una casualidad.
De modo paralelo a este plan de acción de alto impacto, se presentaron otras iniciativas de perfil más bajo, pero confluyentes con la primera. Entre otras, un encuentro de maestros (“Teachers in solidarity with Palestine”), motorizado por una asociación de maestros de Quebec que está organizando un encuentro en Ramallah, para poder “educar acerca de la opresión en Palestina”.
Los testimonios recogidos en distintos talleres donde se abordó el conflicto en Medio Oriente son elocuentes:
– “La lucha contra Israel no es la lucha por un estado palestino, sino por la derrota del proyecto sionista, que es la punta de lanza del imperialismo mundial. Israel es ilegítimo desde 1948, no desde 1967, y resistiríamos su existencia aún si se encontrara del otro lado del Mediterráneo”.
– “El muro constituye un crimen contra la humanidad; nuestra lucha contra Israel reconoce como precedentes ineludibles la Conferencia Mundial contra el Racismo en Durban y la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable en Johannesburgo”.
– “Israel es un raro ejemplo de la supervivencia del colonialismo en el siglo XXI”.
– “No aceptamos que nadie le aconseje a los palestinos cómo deben llevar adelante su movimiento de resistencia. Tienen derecho a resistir. Si hubiera otros métodos no se suicidarían”.
– “Palestina será libre / desde el río hasta el mar” (consigna original en inglés “Palestine will be free / from the river to the sea”)
– “La ocupación israelí es un laboratorio para experimentar nuevas formas de crímenes contra la humanidad”.
Irónicamente, algunos comentarios de participantes muy encendidos debieron ser moderados desde las organizaciones radicalizadas responsables de la organización de los talleres:
– Ante la propuesta de enviar voluntarios para sumarse a la lucha armada, desde el podio se respondió que “sin conocimiento del idioma árabe, vuestra presencia en ese terreno resultaría más bien un obstáculo. Necesitamos que vengan a Palestina y a Irak para hacer un trabajo de difusión. Tiene que estar en las entrañas de la bestia, en Estados Unidos, en Europa, para luchar contra el apoyo a Israel”.
– Un israelí (que así se identificó en una sesión sobre “el muro del apartheid”) dijo que “apoyo el derecho de los palestinos a resistir, aún con métodos violentos. Solamente desaconsejo el método de los suicidas porque fortalece la línea dura dentro de Israel”. Los organizadores del taller salieron al cruce diciendo que “bueno, al fin y al cabo no vinimos a abogar en favor de la matanza de civiles”.
No se puede cuestionar la legitimidad de espacios de pensamiento libertario como el Foro Social Mundial. No obstante, la mayoría de las discusiones y los reclamos válidos que se desarrollan en ese ámbito quedan eclipsados por el discurso radicalizado anti-israelí. Por eso la presencia del Centro Wiesenthal resultó muy valiosa para conocer, confrontar y tratar de contener la prédica de odio, así como para intentar encontrar otras organizaciones con las cuales trabajar en conjunto.
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