Hussein gustaba de jugar al gato y al ratón con las fuerzas de ocupación de su país desde su última aparición pública televisada, en Bagdad, poco antes de la caída de la capital iraquí en abril. Las tropas ocupantes habían ofrecido una recompensa de 25 millones de dólares pero Hussein había logrado escurrirse durante más de ocho meses alternando escondites cada tres o cuatro horas.
Se dice que tendría habilitados unos 20 ó 30 refugios similares que estaban a disposición del depuesto presidente iraquí.
Tras varias redadas sin éxito, el pasado viernes un individuo, cuyo nombre no ha sido revelado, reveló a las tropas americanas la pista final sobre Saddam.
Del delator sólo se sabe que pertenece al clan o a la tribu de Saddam. La sustanciosa recompensa ofrecida por las tropas ocupantes podría haber eliminado el complejo entramado de lealtades y haber ayudado a “convencer” al presunto delator.
Amanecer Rojo
A eso de las 18.00 horas del sábado, aprovechando la oscuridad, unos 600 soldados de la Primera Brigada de la Cuarta División de Infantería dieron comienzo a la operación denominada Amanecer Rojo. Tomaron posiciones en torno a dos granjas cercanas a Tikrit, donde podía hallarse Hussein. Dos horas después, los soldados registraron ambos lugares, sin hallar ningún rastro del destituido presidente iraquí.
Las tropas de la Cuarta División de Infantería cerraron todos los accesos al área, mientras las fuerzas especiales rastrillaban la zona. Encontraron una pequeña granja de barro, a escasos metros del río Tigris, y en ella un agujero concienzudamente camuflado con una alfombra, un molde de plástico y basura. Cuando intentaron lanzar una granada, «dos manos aparecieron», dando a entender que el individuo que se hallaba en su interior «tenía intenciones de rendirse», explicó el coronel James Hickey.
Según el comandante de la división, el general Raymond Odierno, Saddam parecía «desorientado». Lo primero que dijo fue: «Soy Saddam Hussein, el presidente de Irak, y quiero negociar».
«No tengo armas de destrucción masiva»
Una celda en el centro de detención del aeropuerto de Bagdad sería la nueva morada de Saddam. Citando fuentes del espionaje de Estados Unidos, la revista norteamericana “Time” publicó un extracto de los primeros interrogatorios a los que fuera sometido Saddam. «Estoy triste porque mi pueblo está cautivo», dicen que fue lo primero que dijo.
Las supuestas armas de destrucción masiva esgrimidas por Estados Unidos para lanzar la guerra de ocupación contra Irak, fueron protagonistas ineludibles en el primer interrogatorio de Saddam. Pero, interpelado sobre si las tenía, contestó: «No, por supuesto no. Los Estados Unidos las soñaron para tener una razón para hacernos lo guerra».
– «Si no tenía armas de destrucción masiva, ¿por qué no permitió a los inspectores acceder a sus instalaciones?», continuó el interrogatorio.
– «No queríamos que penetraran en las zonas presidenciales y se entrometieran en nuestros asuntos privados».
A pesar de la captura del ex líder iraquí, fuentes de los Estados Unidos se mostraron pesimistas acerca de la posibilidad de obtener informaciones confidenciales de Saddam o de la plana mayor de su régimen.