Una alternativa a la política de Sharón:

El “Acuerdo de Ginebra”

Políticos laboristas e intelectuales israelíes y palestinos han elaborado un plan de paz durante dos años y medio en Ginebra. El primer ministro israelí, Ariel Sharon, está preocupado y furioso desde el 12 de octubre, cuando se hizo público el “Acuerdo de Ginebra”, una propuesta de paz que un grupo de políticos e intelectuales israelíes y palestinos negociaron en el más absoluto secreto. La Palestina que surgiría del “Acuerdo de Ginebra” tendría el 97,5% de los territorios ocupados por Israel en 1967 y el 2,5% restante lo conseguiría con el intercambio de tierras, entre otros aspectos, con un pasaje que comunicaría Cisjordania con la franja de Gaza. La iniciativa prueba, más allá de la violencia cotidiana, que existen interlocutores en ambos pueblos (el palestino y el israelí) para negociar la paz más allá de las formas de Sharón y Arafat. Una vez más, las arenas del desierto del Medio Oriente han traído sorpresa y esperanza.

El “Acuerdo de Ginebra” es el resultado de dos años y medio de trabajo entre un grupo liderado por Yosi Beilin, uno de los arquitectos de los acuerdos de paz de Oslo, y Yasser Abed Rabbo, ex ministro de la Autoridad Palestina (AP), que han trabajado bajo los auspicios del Gobierno suizo. El texto se basa, sobre todo, en las propuestas de Bill Clinton y en el acuerdo que estuvo a punto de florecer en enero de 2001 en Taba. Sus promotores insisten también en que es una propuesta de acuerdo final que el “Mapa de Rutas“ prevé para el 2005.
El texto supone el reconocimiento de dos estados para dos pueblos, el judío y el palestino, separados por la frontera de 1967 con algunas modificaciones.
Los palestinos renuncian, con algunas compensaciones, al derecho al retorno de los refugiados y asumen la soberanía de Jerusalem Este y del Monte del Templo (o la Explanada de las Mezquitas para el mundo musulmán).
Israel mantendrá el control del Muro de los Lamentos, desmantelaría casi todos los asentamientos y entregaría tierras del Neguev adyacentes a Gaza a cambio de las colonias que mantendría, introduciendo -así- el concepto de triangulación de otras tierras.

El nuevo Estado

La Palestina que surgiría del “Acuerdo de Ginebra” tendría el 97,5% de los territorios ocupados por Israel en 1967 y el 2,5% restante lo conseguiría con el intercambio de tierras, entre otros aspectos, con un pasaje que comunicaría Cisjordania con la franja de Gaza. Según el acuerdo, publicado por el diario israelí “Haaretz”, Palestina sería un Estado desmilitarizado, con fuerzas de seguridad que deberían luchar y cooperar con Israel contra el terrorismo.
Para los palestinos, el asunto más delicado es la renuncia, con algunas compensaciones, al derecho al retorno de los refugiados, quienes pueden instalarse en Palestina, pero no en el Estado de Israel, en ciudades como Haifa que dejaron en 1948. El acuerdo tampoco reconoce responsabilidades de Israel por la creación del problema de los refugiados y desoye las resoluciones de las Naciones Unidas anteriores al texto, mucho más favorables para los refugiados.

Piedra libre a Sharón

Muchos más problemas al texto ve Sharón, que ha reaccionado con virulencia, acusando a sus impulsores de sabotear la legitimidad democrática de su Gobierno. Incluso ha llamado al orden a Suiza por su apoyo a las negociaciones. Más allá de su oposición a concesiones como las de los asentamientos y la del Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas, a Sharón no le gusta que los impulsores del acuerdo sean laboristas alejados del poder -el mismo Beilin o Amram Mitzna-, y que sea que la izquierda la que tome una iniciativa diplomática alternativa que deja en evidencia su rechazo político a entablar negociaciones viables.
Arafat, en cambio, reaccionado con cautela respecto al texto final del “Acuerdo”. Rabbo es fiel a su administración, pero, oficialmente, Arafat sólo destacó que el acuerdo es una iniciativa privada, dado que ni la delegación palestina ni la israelí tienen representatividad oficial formal.
Estados Unidos, por su parte, insistió en defender y sostener su “Mapar de Rutas” comola única propuesta válida para la región.