Seguramente Página 12 no va a publicar esta réplica a la nota de Eduardo Galeano aparecida en la contratapa de su edición del Domingo 18 de enero pasado, pero como quien calla otorga, siento necesario responder al menos a algunas de las maniqueas y superficiales afirmaciones que este notable escritor pone por escrito como si fuesen verdades indiscutibles. El conflicto palestino israelí tiene una larga y compleja historia y no puede entenderse a través de superficiales simplificaciones. Comenzando por el final
1. Galeano habla de “carnicería” tal como otros hablan de “genocidio” o “masacre”, refiriéndose a la recién terminada batalla israelí contra Hamas que tuvo lugar en Gaza, pero cabe una observación que tal vez suene cínica: No es que un millar de muertos sean pocos, son muchísimos, pero si pensamos que ese fue el saldo de una campaña militar, con bombardeos por parte de una muy poderosa fuerza aérea primero, a la que se sumó luego un importante conjunto de tanques artillados, que desplegaron su lucha durante tres semanas en un pequeñísimo territorio densamente poblado por un millón y medio de habitantes, no resulta difícil llegar a la conclusión que el “desproporcionado” poder de fuego israelí fue muy cuidadoso, entendiendo además que no se sabe a ciencia cierta cuánta fue la población civil afectada, aunque se estima que fue la mitad o algo más de ese millar, o sea quinientas o seiscientas víctimas inocentes. Convengamos en que si la intención de Israel hubiese sido realmente llevar a cabo un genocidio o una carnicería, con el inmensamente superior poder de fuego de sus fuerzas armadas, su guerra hubiese durado un solo día y las víctimas se contarían por centenares de miles.
2. Galeano pregunta también cuántos muertos palestinos vale cada muerto israelí. Es cierto, hubo una gran desproporción que tiene explicación. Cuando comenzaron, hace ocho años, a caer cohetes, no precisamente artesanales, en ciudades israelíes, el gobierno comenzó a crear refugios blindados para proteger a su población. Y a medida que, con la ayuda de Irán, esos misiles fueron penetrando cada vez más profundamente en el pequeño territorio de Israel, cada edificio, cada escuela, cada barrio, construyó refugios y sistemas de alarma para que la gente, grandes y chicos, corriesen a protegerse ante la inminencia de la caída de uno de esos mortales cohetes, cada vez más sofisticados, de los que en esos ocho años Hamas disparó cerca de una decena de miles dirigidos a poblados civiles. Por el contrario, del lado palestino no se construyeron refugios ni se previó ninguna protección para la población civil. Hamas tendió kilómetros y kilómetros de túneles para contrabandear armas cada vez más letales y también otros bienes que vendían a la población, pero cuando llegó el momento de la verdad, y comenzaron a caer bombas y proyectiles, fueron los líderes de Hamas quienes se escondieron en esos túneles, impidiendo la entrada de la gente común, que deambulaba desamparada por las calles. Sin contar con que utilizaban escuelas, mezquitas, hospitales y edificios de vivienda como depósitos de armas y explosivos.
3. Los líderes de Hamas sólo se ocuparon de la población de Gaza para victimizarse con sus muertes, y tras la unilateral retirada israelí (que confirmaba la falta de interés de Israel por quedarse en Gaza) resulta notable que los líderes de Hamas proclamaron “su gran victoria” y que volverían a armarse, pero no derramaron media lágrima por las víctimas de su perversa provocación de ocho años a Israel, que finalmente cayó a sabiendas en esa trampa, presionada por una población cansada de esconderse en refugios.
4. Ahora un poco de historia. Acerca de esa afirmación de que “desde 1948 los palestinos viven condenados a una humillación perpetua”. Vale la pena recordar que en 1948 los palestinos no existían como tales. Había sí una población árabe en lo que era la vieja Palestina y también una población judía, compuesta por familias que nunca habían abandonado esas tierras, que a partir de fines del siglo XIX fue creciendo con la llegada de los pioneros judíos dispuestos a hacer fructificar esas tierras desiertas y pantanosas. Sucedieron muchas cosas desde aquellos años y 1948, entre ellas la resolución de las Naciones Unidas de 1947 instando a la creación de dos estados en ese pequeño territorio, uno árabe y otro judío. Los judíos aceptaron de inmediato, pese a que el mapa que había dibujado la UN para esos dos estados otorgaba al judío un extraño esquema dividido en tres sectores. Los árabes no sólo no aceptaron esa partición sino que invadieron desde todas partes ese Estado judío en pañales y llamaron a los árabes que lo habitaban a retirarse para permitir borrar desde el principio ese sueño milenario judío. Cerca de medio millón de árabes se replegaron, algunos más huyeron cuando comenzaron las hostilidades y otros se quedaron viviendo hasta hoy como árabes israelíes. Finalizada esa guerra con la consolidación del nuevo Estado de Israel, los árabes que huyeron se transformaron en refugiados, concentrados en Gaza y en la margen occidental del Jordán. Vale la pena recordar que las familias judías que por entonces vivían, desde hacía siglos en países árabes, también algo más de medio millón de personas, fueron expulsadas e integradas al nuevo estado judío. Pero todo esto pertenece a la historia y quien de buena fe quiera consultarla va a encontrar bibliotecas enteras.
5. Ahora acerca de Hamas que ganó limpiamente las elecciones en 2006. Es cierto, tan cierto como que Hitler ganó también limpiamente las elecciones en 1933 en Alemania. Pero al igual que Hitler proclamaba ya desde su “Mi lucha” la intención de liquidar al pueblo judío, en el programa de Hamas figura que no sólo nunca reconocería a Israel sino que haría todo lo posible por erradicarlo de su territorio, igual que su patrón iraní. Y también como lo hizo Hitler, en cuanto ganó las elecciones limpiamente, Hamás se deshizo limpiamente a sangre y fuego de sus conciudadanos de Al Fatah pasándolos a cuchillo.
6. Finalmente, llama la atención que en la nota no exista una sola mención a la única salida pacífica al conflicto palestino israelí, la del reconocimiento mutuo con la conformación de dos estados independientes que convivan lado a lado y que incluso encuentren en un futuro no demasiado lejano la manera de complementarse económica, tecnológica y culturalmente.
Sería bueno que un hombre de la envergadura intelectual de Eduardo Galeano tome en cuenta estas observaciones hechas con todo respeto y con total buena fe.