El gesto de autoridad dado por Kirchner sobre su Vicepresidente Daniel Scioli, no sólo apunta a dejar claro quién marca el pulso político del país sino como una clara evidencia de cuál es el camino para quien elige la disidencia. Así llegó a su fin el segundo round de este primer encontronazo en el gobierno, pero bien puede que no sea el último entre los dos primeros hombres de la política formal de la Argentina.
“Ni Scioli es Chacho Alvarez, ni Kirchner es De la Rúa” se comentaba en los pasillos de la Casa Rosada. Por ahora, el poder de Scioli se concentraba en la secretaría de Deportes y Turismo de la Nación, una caja económica casi inagotable liderada por gente de tropa propia que ahora deberá analizar, seriamente, cómo conecta esta derrota con su futuro político. Por lo visto, a Scioli no le alcanza con ser el titular del Senado de la Nación y reflejarse automáticamente en la sombra de Kirchner, hombre con quien lo separa diferencias abismales desde antes de asumir el gobierno del país.
Scioli le debe su desembarco en la política a Carlos Menem, situación que, a pesar de cansarse de reafirmar su independencia del riojano, pocos parecen haber creído seriamente.
Encuestas que marcan tendencia
Alberto Fernández, Jefe de Gabinete, exponía una encuesta de la consultora Equis en la que podría comprenderse, más racionalmente, la decisión tomada por el Presidente. En ese trabajo se manifiestan respuestas claras a la siguiente pregunta: “¿Cree que alguien está detrás de las afirmaciones de Scioli?”.
Las respuestas, sobre 960 casos consultados, fueron:
30% cree que detrás de Scioli está Menem. 27,6%, nadie. El 15,4%, las empresas privatizadas. El 13,4%, no sabe no contesta. Otros, el 6,7%. No sabe o no contesta, el 13,4%. Otros, el 6,7%. Duhalde, el 3,8% y los militares, el 3,1%.
Haciendo una sencilla suma entre los que creen que Menem (30%) y las empresas privatizadas (15,4%), da una clara idea de la percepción de la gente acerca de los intereses que Scioli -aunque lo niegue o sencillamente no sea cierto- representa. Pero en política, como en todas las cosas, no sólo hay que parecer, sino actuar en consecuencia. Cosa que, por cierto, parece que Scioli -a entender de sus declaraciones- no hace en relación al Presidente y su estrategia política.
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