La “Batalla de Ayacucho”

Pateando mentiras

Habiendo transcurrido más de sesenta días de la asunción del gobierno de Néstor Kirchner, el flanco más débil es el área económica donde la actitud del gobierno carece de la audacia y la intensidad desplegado en el campo político. Una posición digna, y a la ofensiva en la renegociación de las tarifas de las privatizadas, un pequeño aumento de sueldos en el sector privado, un esmirriado incremento de las jubilaciones que tiene significación no por su volumen sino por la ruptura de la tendencia inveterada al ajuste perpetuo, es lo más señalable de lo efectuado desde el Ministerio de Economía. Roberto Lavagna tiene una tendencia a hacer “la plancha” que era entendible cuando era Ministro de un gobierno de transición como el de Eduardo Duhalde, pero no como funcionario de la administración que debe echar la base de la reconstrucción de un país devastado. Es en el territorio donde hay que confrontar con los poderosos intereses que escrituraron el país a su nombre, donde se juega la suerte del Presidente Néstor Kirchner y del país. Es ahí donde hay que librar la batalla de Ayacucho.

Por Hugo Presman

Algunos sostienen que la indefinición y lentitud en el tema económico es por la incertidumbre del cierre del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Como auditor de los acreedores, al organismo internacional manejado por EE.UU, le interesa un superávit fiscal destinado a pagar los servicios de la deuda, junto con la compensación a los bancos y la recomposición de las tarifas de las empresas privatizadas. Melodía conocida hasta el hartazgo y cuya aplicación fundamentalista ha arrojado sobre nuestro país un panorama tan atroz que parece una geografía bombardeada.

Estratificación social: la fragmentación en números

De 1996 al 2002, la clase media se redujo del 34 al 20% de la población. Los sectores de menores ingresos pasaron en el mismo período del 55 al 70%. La franja de mayores ingresos descendió del 11 al 10% según la Asociación Argentina de Marketing y la Cámara de Control y Medición de Audiencias.
La diferencia en la distribución del Ingreso entre el 10% más rico y el 10 % más pobre pasó en 1991 de 15 veces a 29,8 veces en el 2001(Datos de CTA y Nueva Mayoría).
Ferdinand Baudrel sostenía que «los pueblos son lo que comen». La antropóloga Patricia Aguirre, especialista en seguridad alimentaria, afirma en Clarín del 20 de julio: “La seguridad alimentaria es el derecho de todas las personas a tener una alimentación cultural y nutricionalmente adecuada… en los ´80, con el avance de las ideas neoliberales, este concepto se desliza suavemente al de las capacidades. Hay una gran diferencia: concebida como derecho, la alimentación debe ser garantizada por el Estado; en cambio, si es una capacidad, en última instancia depende exclusivamente del individuo y su poder de compra… El economista y Premio Nobel Amartya Sen escribió: “En el hambre hay un fracaso esencial de la libertad” Y alguien corrigió: “En el hambre hay un fracaso esencial de la libertad de mercado”, porque el problema… no es la disponibilidad sino la distribución”.
Más adelante Patricia Aguirre sostiene: “Existía un patrón alimentario unificado. Por supuesto que se comía distinta calidad de carne, pero comían carne en proporciones parecidas los pobres y los ricos. Los pobres comían pan, los ricos comían pan. Todos tomaban leche y comían queso, frutas, verduras, pescado. La diferencia no estaba en los productos sino en las calidades… En 1985 los pobres consumen más pan, más fideos, más papas, más infusiones, menos frutas y comidas, menos quesos, menos lácteos. Ya se están separando y podemos ver la forma en que varía el consumo cuando varía en un peso el ingreso… En 1996 los patrones alimentarios se han separado ya drásticamente: los pobres comen de determinada manera y los sectores medios y altos comen de manera distinta. Tenemos una sociedad fracturada: comida de pobres y comidas de ricos… Joseph Stiglitz Los pobres restringen su consumo a veintidós alimentos y los ricos lo amplían a doscientos cincuenta”.

Algunas falacias de los ´90:

Gasto público: Una de las más divulgadas fue el exceso de gasto público o en el particular lenguaje de los neoliberales argentinos el Estado elefantiásico. Cuando el Atila vernáculo, Domingo Caballo, llegó al Ministerio de Economía en 1991, el gasto no superaba el 40% en relación con el P.B.I. En la actualidad apenas llega al 20%. Si lo comparamos con países desarrollados conforme a cifras proporcionadas por el Banco Mundial, Francia llega al 50,90%, es decir que el gasto público representa más de la mitad del PBI. Alemania (45,50%), Noruega (43%), Reino Unido (42,70%), España (40,70%), Canadá (40%) EE.UU (36,30%). Si pasamos a países no desarrollados, el gasto público, ese que permite, entre otras cosas, obtener mejores jubilaciones, salud, educación, seguridad, justicia, también están por encima de éste estado vegetativo y descerebrado que ha conseguido la prédica y praxis neoliberal. En efecto: en Uruguay la relación es de 30,90% y en Brasil el 25%.
Claro que los Broda, Artana, Melconián o el funcionario internacional de turno dirá que el gasto público está constituido, fundamentalmente, por las erogaciones de los empleados públicos. Pero si correlacionamos la cantidad de empleados públicos con la población de habitantes del país, según Naciones Unidas y estadísticas nacionales, los porcentajes varían desde Noruega con 16,70% a la Argentina con 4,70%.

“Achicar el Estado es agrandar la Nación”: Durante la década de los ´90 se demonizó al Estado y se exaltó hasta el paroxismo los beneficios del accionar libre del mercado.
La economía francesa es la cuarta del mundo y en su PBI contribuye el Estado en un 50% y la otra mitad el mercado. Alemania es la tercera potencia mundial y el Estado contribuye con el 45% del PBI. En España tan elogiada por los liberales nativos, el Estado aporta el 40%. En la Argentina, encogieron tanto el Estado, que sólo significa el 20%.

“Los servicios públicos deben ser privados”: En el mundo hay dos ejemplos paradigmáticos: Noruega donde el petróleo, el tren, el subte, la luz, el gas y el agua son estatales y la Argentina donde todas esas actividades son privadas.
En el medio hay una vasta gama de combinaciones. Francia tiene en manos privadas el petróleo y el agua y estatal el tren, el subte, la luz y el gas.
El Reino Unido, con la inspiración neoliberal de Margaret Tatcher, tiene estatal el petróleo, mixto el tren, el subte y el agua, y privado la luz y el gas. Canadá tiene estatal el tren, el subte y el agua, mixto la luz , el gas y el petróleo. EE.UU tiene estatal el tren, mixto el subte, y privado el petróleo, la luz, el gas y el agua.
Si pasamos a los países no desarrollados, México tiene estatal el petróleo, el tren, el subte y la luz, y privado el gas y el agua. Brasil tiene estatal el petróleo y el tren, mixto el subte, el gas y el agua, y privado la luz. En Chile, modelo particularmente elogiado por los epígonos neoliberales, la dictadura genocida de Pinochet no volvió atrás la nacionalización del cobre efectuado por Salvador Allende. Es estatal el petróleo, el tren, el subte y la luz y privado el gas y el agua.

Sistema impositivo: Los argentinos tenemos uno de los sistemas más regresivos del planeta. Mientras que en Suecia se paga $ 54,10 por cada $ 100 que se produce, en Argentina apenas llega a $ 21. En Francia se tributa el 45,40% y en Alemania el 41,20%. Pero la iniquidad pasa por descomponer cómo se llega a estos porcentajes. Es importante que la recaudación esté basada en impuestos directos como ganancias y no indirectos como el IVA, en donde paga el mismo impuesto incorporado en el precio de un alimento Amalita Fortabat que el habitante de la villa 31. Mientras que en EE.UU, el impuesto a las ganancias contribuye con el 49,8% de lo recaudado o en Dinamarca con el 54% y el IVA con el 15,4% o el 31,3% respectivamente, en la Argentina el impuesto a las ganancias sólo aporta el 17,7% de la recaudación y el IVA el 30,2%.
Las siete principales exportadoras de cereales exportaron, en cinco años, 24 mil millones de dólares y pagaron en total 19 millones de dólares en concepto de impuestos a las ganancias, apenas el 0,08%. Y eso que de las siete, sólo pagaron tres, las otras cuatro tuvieron quebrantos ficticios. Claro que a todo esto no es ajeno el desmantelamiento de la AFIP. Mientras que en nuestro país hay 1.600 inspectores para hacer las inspecciones en todo el territorio nacional, España cuenta con 28.000 y Francia con 89.000 inspectores.

El FMI y Brasil

Lula adoptó las recetas del Fondo en la línea que recorrieron Menem y De la Rúa. A seis meses de gestión ha cumplido holgadamente las exigencias del Fondo llegando a un superávit fiscal del 4,25% del PBI. El riesgo país ha bajado a 700 puntos, los elogios endulzan el oído del antiguo obrero metalúrgico. Pero la recesión se acentúa, a la inflación se la contiene con tasas de interés incompatibles con las actividades productivas, y casi 500.000 brasileños se han sumado a las filas de la desocupación que en junio llegó al 13%. Las cifras reflejan con claridad como se mide el riesgo país: mientras aumente el superávit fiscal disminuye el riesgo país que mide la posibilidad de cobro de la deuda brasileña desde el punto de vista de los acreedores. Aumenta en cambio en forma considerable el riesgo de vivir en Brasil para los brasileños.
Eso lo sabemos muy bien los argentinos. Los mismos que apoyan éstas políticas económicas genocidas, luego, se rasgan las vestiduras ante la inseguridad que la diferenciación, la exclusión y la falta de futuro producen.
En 1991 cuando la diferencia entre el 10% más rico y el 10 % más pobre eran 15 veces se denunciaron en Argentina 489.290 delitos. En el 2001, cuando esa brecha se había casi duplicado, los delitos denunciados fueron 1.178.530.

Joseph Stiglitz y el FMI

Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, dice en su libro ‘El malestar de la globalización’: “Al F.M.I. le preocupa particularmente la inflación… Un país como la Argentina puede obtener un grado “A” aunque su desempleo sea de dos dígitos durante año ¡siempre que su presupuesto parezca equilibrado y su inflación bajo control!… Los desocupados son personas, con familias, cuyas vidas resultan afectadas -a veces devastadas- por las políticas económicas que unos extraños recomiendan y, en el caso del F.M.I, efectivamente imponen… El efecto neto de las políticas estipuladas por el Consenso de Washington ha sido favorecer a las minorías a expensas de las mayorías, a los ricos a expensas de los pobres… Según algunos registros, casi un centenar de países han entrado en crisis; y lo que es peor, muchas de las políticas recomendadas por el F.M.I, en particular las prematuras liberalizaciones de los mercados de capitales, contribuyeron a la inestabilidad global. Y una vez que un país sufría una crisis, los fondos y programas del FMI no sólo no estabilizaban la situación sino que en muchos casos la empeoraban, especialmente para los pobres… Los economistas del FMI podían desdeñar los efectos de sus políticas sobre el país a corto plazo, satisfechos con la creencia que el país mejoraría a largo plazo; cualquier impacto a corto sería sólo el dolor necesario como parte del proceso”.
Somos expertos en prever las consecuencias de las políticas del Fondo. Este conocimiento está alfombrado de padecimientos, hambre, exclusión y muertes. Sus recetas que prescriben medidas recesivas para salir de la recesión son antológicas. Es como recomendar un laxante para terminar con una colitis. Su idea de la apertura para mejorar la competitividad tienen la lógica de aquellos que recomiendan amputarse las piernas para correr más rápido. Su manejo monetario tiene la solidez de aquellos que recomiendan amputarse las orejas para oír mejor.

El cómplice oculta, el asesino confiesa

Mientras, Miguel Angel Broda, cómplice ideológico de la destrucción afirma en La Nación del 3 de agosto: “… la negociación del acuerdo a mediano plazo con el FMI (debe hacerse) bajo la premisa de que el Fondo no es el enemigo, sino que, por el contrario, es el banquero que nos renueva el crédito y el auditor que nos ayuda a restaurar la credibilidad”. En cambio el diario norteamericano The Washington Post sostiene: “Cuando a fines de los ´90 los agentes de Bolsa y los especialistas en inversiones de Wall Street recomendaban a la Argentina como una economía floreciente, tarea que rindió ‘abultados honorarios’ por su intermediación en la comercialización de acciones y títulos de la deuda, estaban inflando una burbuja similar, por ejemplo, a la de Enron. Pero a diferencia de lo sucedido con esta empresa, donde los perjudicados fueron algunos accionistas, Argentina vivió un ‘final catastrófico’, con una recesión ‘desgarradora’ que dejó un quinto de la población desempleada y lanzó millones a la pobreza. Desmond Lachman, jefe de Estrategia de Mercados Emergentes de Salomon Smith Barney adelantó que la economía argentina marchaba hacia un colapso inevitable, pero sus opiniones no fueron reflejadas en los papers de Salomon Smith Barney.

Posdata: “No me ayudes”

Si las falacias nos condujeron al lugar fantasmal en el que habitamos, sería una decisión demencial apoyarse en ellas para encontrar la puerta de salida. La política económica de Roberto Lavagna tiene por objetivo llegar a un acuerdo “digno” con el Fondo. La duda es si eso es posible. Néstor Kirchner está ante su destino. O busca caminos distintos para acceder al futuro, o recorre el sendero transitado con una persistencia encomiable en los últimos treinta años. En este caso, a diferencia del fútbol, los que estamos en la tribuna jugamos. No somos de palo. Si se apoya en la “ayuda” del Fondo, no tardará en perder el fervor de la tribuna. Si se recuesta en la tribuna enfrentará al Fondo o negociará en las mejores condiciones. El resultado no es menor. Está en juego ponerle una bisagra a tres décadas de decadencia. Está en disputa empezar a ser un país o seguir siendo colonia. Se está decidiendo vivir dificultosamente con dignidad o continuar vegetando en una caída sin fin. Por esas paradojas del lenguaje, la caída sin fin es con fondo. Y la interrupción de la caída es sin fondo.