El tema étnico en general esta desprestigiado o entendido en un sentido muy restringido. Las razones son principalmente los crueles y sangrientos conflictos étnicos en los Balcanes en los años 90 del siglo pasado y también constantes conflictos en Africa y en Asia. Por lo tanto, la primera aclaración que debe hacerse aquí es que el termino étnico es usado en un sentido objetivo describiendo formaciones socio-culturales que se extienden por regla general miles de años. Las tres etnias centrales en el mundo judío son los askenazíes, los sefaradíes y los judíos-árabes.
Y aquí viene la pregunta: ¿por qué la política israelí se ocupa tanto del conflicto israelo-palestino y no trata debidamente las tensiones étnicas askenazi y judeo-árabe? La respuesta no es solo porque el conflicto exterior toca a la existencia misma del Estado de Israel. Hay otra razón: abordar las tensiones étnicas implica una dimensión existencial de cada ciudadano y cada político. Es decir, no se trata únicamente de tensiones socioeconómicas y culturales sino también de valores y disyuntivas en los fueros más íntimos de cada persona. Y parece ser que no solo en Israel, sino que la cultura imperante en nuestro mundo evita la dimensión subjetiva, de valores y debates internos del individuo.
En lo que respecta a Israel hay una paradoja interesante. Por una parte, son precisamente factores mizrajim (orientales) de izquierda quienes se embanderan étnicamente y desarrollan sus teorías frente a la hegemonía Askenazi. Pero por otro lado son factores de derecha como el Likud quienes saben manipular el tema étnico-mizraji en favor de sus intereses políticos expresando, tanto en el parlamento como fuera de él, sus reivindicaciones nacionales y sociales. Pero siempre adecuándose de un modo oportunista a un consenso Israelí que aún no legitima a las diferentes etnias. Por otro lado, el hecho de que, en el parlamento, miembros del Likud presentan su identidad étnica mizraji como una carta en el juego político, es de prever que en un futuro no lejano también askenazíes empiecen a obrar de la misma manera, tanto para rechazar planteos de la derecha, o a veces incluso para apoyarlos. Si este proceso se intensifica considerablemente, y puede ser lento o rápido, el resultado final será la legitimación de todas las etnias en la vida política y también civil. Me imagino que habrá quien se espante de tal situación viendo en ella el fin de la identidad Israelí. Yo, por lo contrario, pienso que sería un nuevo y prometedor balance entre lo particular y lo general, entre las etnias y la formación nacional.
Aquí es el lugar apropiado para informar que varios miembros de asociaciones de perfil askenazi, yo entre ellos, presentamos al Ministro de Justicia Gideon Saar una proposición de ley fundamental titulada «En favor de todas las Identidades y Legados étnicos de la Sociedad Israelí». Lamentablemente la inestabilidad del gobierno y la dificultad de digerir tal proposición de ley aun no dieron resultados visibles, pero es ya un primer precedente en el cual se habla explícitamente, fuera de las etnias no judías, de los askenazíes, sefaradíes, judeo-árabes y otras etnias judías menores. Pues la situación es bastante absurda que tanto en la sociedad, en los medios de comunicación y en el Parlamento se habla acerca de las diferentes etnias, pero éstas no encuentran ningún lugar y reconocimiento en la Legislatura Israelí.
Aquí es el momento, en particular para los lectores de Nueva Sion, de preguntarnos qué peso tiene da disyuntiva izquierda-derecha frente a otra disyuntiva de existencia y supervivencia o de sucumbir o desaparecer como nación. Si examinamos la situación mundial y vemos el auge constante del antisemitismo (con o sin anti israelismo) y con respecto al Estado de Israel que está continuamente amenazado físicamente, en mi modesta opinión, debemos, aunque sea temporariamente poner todo el peso en lo nacional frente a todo lo que es las disputas sociales y económicas. Me reduzco a un solo ejemplo, en particular en la diáspora judía. Es sabido que la religión y sus instituciones van fortaleciéndose constantemente en detrimento de los sectores laicos en la vida judía. ¿Cómo debemos actuar al respecto? A mi entender más que atacar a los fundamentos religiosos, debemos concentrarnos en desarrollar una ideología laica resaltando la riqueza cultural y científica que ésta implica. Ya que, en última instancia, religiosos y laicos, tenemos un enemigo común en la asimilación y alejamiento de valores judíos. El enfocarnos en aspectos nacionales no significa renunciar a nuestra genuina posición política. Al final de cuentas una ha de fortalecer a la otra. Por otra parte, si abandonamos el terreno de lo nacional únicamente para la derecha, me temo que iremos de mal en peor.
Esta difundida la opinión de que el tema étnico es preponderante en Israel, pero no es relevante para las diásporas. No comparto esta postura. Cierto es que en Israel -por la cercana convivencia de etnias muy dispares- las tensiones entre ellas se reflejan muy fácilmente. Pero a esto debemos agregar que el fenómeno de las tensión interétnicas es solo un aspecto de la realidad. Lo más importante es otorgar al tema étnico, es decir a todas las historias de los judíos y los valores que ellos crearon, su debido lugar. Religión, sionismo y shoah no agotan de ninguna manera a la temática judía. La dimensión ´étnica, es decir los idiomas judíos, sus literaturas, tradiciones, música y folklore deben pasar a ser un factor de peso para contrabalancear los otros factores que determinan la Identidad judía contemporánea. Resumiendo, el tema étnico no es exclusivo de Israel. Estas etnias continúan cambiando y desarrollándose donde sea que se encuentren judíos.
A veces tengo la impresión de que muchos de nosotros sentimos cierta vergüenza, perplejidad e incomodidad cuando se trata de la etnia de uno mismo o de otras etnias hermanas. La hora que estamos viviendo nos exige dejar de lado tales actitudes anacrónicas. Llegó el momento de estudiar el tema étnico en toda su profundidad, en su dimensión objetiva y subjetiva, y volvernos activos para bien de nuestras familias y la sociedad en la cual estamos viviendo.
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