Opinión de un argentino en Israel

Reflexiones a la sombra de la calma

En esta nota, Mario Faust reflexiona sobre cuatro puntos neurálgicos en la actualidad del Medio Oriente: liberación de los presos palestinos, devolución de los territorios, la construcción del muro y el desarme de las organizaciones terroristas palestinas. Es probable -opina el autor- que estemos observando “la calma previa a la próxima tempestad”.

Por Mario Faust (Desde Israel)

1- Ellos quieren la liberación de todos los prisioneros palestinos en las cárceles israelíes. Se sabe que están no solo en cárceles sino en campamentos militares y con el debido proceso. El debido proceso israelí que permite que estén meses sin que nadie diga «esta boca es mía».
Así que entre las presiones de diferentes sectores sociales, que con justificada razón personal, exigen no liberar gente con las manos «manchadas de sangre» y los informes de la inteligencia que dice quién sí y quién no, les damos unos 200, o 400, que no alcanzan para prevenir la próxima rebelión en las cárceles. Así que veremos cómo nos la arreglamos.

2- Ellos quieren Ramallah. Nosotros les damos Kalkilia y Jericó. En cuanto a la primera, si bien es una ciudad palestina cercana al mismísimo centro del país, no ha sido un foco activo de «terrorismo». Aunque cada tanto, alguno de los terroristas se viene de Jenín o de otra ciudad «caliente» y se mande de ahí mismo entrando como pancho por su casa, a través de Kfar Saba, rumbo a Tel Aviv, a bombearse. En cuanto a Jericó, el que ha pasado por ahí, sabe que está del otro lado de las montañas de Jerusalem, en un pozo lejos de todo, y salvo el Casino que en algún momento de gloria, estuvo atestado de jugadores israelíes, en esa ciudad no pasa nada.
Así que Dahlan le pide a Mofaz que les demos Ramallah, porque eso permite aliviar el cerco sobre Arafat, pero nosotros no queremos sacarle las manos del cuello, así que les queremos dar Kalkilia y una especie de chiste: Jericó. Si se ponen pesados hasta podemos pensar en una tercera ciudad palestina.
Pero atentos, nadie habla aún de territorios: nos vamos de las ciudades que ocupamos y después vemos.

3- Hay un muro en construcción que en muchos tramos se convierte en una cerca, una alambrada (¿o viceversa?). Ese muro se comenzó a construir por iniciativa de quienes, por fin, se convencieron que entre los palestinos y los israelíes, hay que hablar de separación y no de coexistencia. Pero para «vender» el asunto (que es complicado a nivel presupuestario) el laborismo a través de su ministro del Interior, en el anterior gobierno de Sharón, más bien prefirió vender la iniciativa como una cerca de seguridad.
Cerca de seguridad o Muro de separación, lo cierto es que eso se convierte en un alto muro en muchos tramos, como para asegurarnos que los muchachos no practiquen tiro con los vehículos israelíes que pasan por la nueva ruta 6 (una ruta que paga peaje y que tiene muchos dineros invertidos).
El muro es un claro ejemplo de lo que puede el pragmatismo vaciado de ideología: para el campo de la paz, debe pasar por la línea verde, los viejos limites de la Israel de antes de la Guerra de los Seis Días.
Los colonos la quieren sinuosa, y metiéndose en territorio ocupado para incluir asentamientos y grandes nuevas ciudades (una de ellas es la de Ariel).
Todos temen que la línea que delimite marque, con su presencia tenebrosa, la línea de una futura frontera política.
A nadie de este lado israelí le importa si ese muro/cerca deja las ciudades palestinas hechas un estropajo aislado o si les expropiamos terrenos de agricultura a los palestinos.

4- Nosotros queremos que los palestinos «desarmen sus organizaciones terroristas». Resulta insoportable reconocer que todas las operaciones de «defensa» o de «asesinato selectivo» hayan servido de nada para parar la Intifada. Aceptar que ellos hicieron un alto el fuego unilateral y que con eso hoy hay calma, como resultado de un acuerdo político entre esas organizaciones, es reconocer que los palestinos y todas sus organizaciones son un pueblo deliberante, resistente y en todo caso mañoso, y poco proclive a hacer lo que nosotros digamos.
Más bien, la perspectiva israelí es que hay un pueblo palestino y organizaciones terroristas que se están rearmando. De nada sirve, de nuestro lado parece, que hagan un alto el fuego, salvo para pensar que puede ser útil para que ellos preparen una próxima ofensiva paramilitar.
Luchar contra el terrorismo nos pone a la altura de los designios de la primera y única potencia mundial: usamos el mismo discurso, y somos sus mejores aliados en el Medio Oriente.
Tratamos de convencer a Bush, que somos los mejores, pero él lo recibe a Abu Mazen, como un igual entre las naciones: estamos en problemas.
¿Qué hacemos con los territorios, con los colonos, con nuestros religiosos?
¿Qué hacemos con la derecha de la derecha del Likud?
¿No se qué hacemos?
Lo que se es que cuando alguien quiera ir a fondo, las diferencias que separan a palestinos e israelíes nos llevaran a la tercer Intifada.
Shalom Ajshav (Paz Ahora) lo declara abiertamente, los ministros a la derecha de Sharón también expresan su pesimismo en la radio.
Todos temen que esta sea la calma previa a la próxima tempestad.