La deuda se debe pagar en su totalidad para «entrar al Mundo», se debe obedecer a las sugerencias, imposiciones del Fondo Monetario Internacional, se deben evitar los controles sobre la entrada y salida de capitales, se garantizan tasas de ganancias de las privatizadas vía incremento de tarifas. Se debería corregir, proponían los epígonos neoliberales, algunos errores de implementación de los «éxitos» de los noventa, abocarse a las reformas de segunda generación, como la privatización de la banca pública, acentuar la autonomía del Banco Central, avanzar en el arancelamiento de la Universidad, en el desmantelamiento de los organismos de investigación, mejorar aún más las condiciones para la inversión extranjera, alinearse con los ganadores y alejarse activa y críticamente de Cuba y Venezuela y adoptar una actitud prudente con Lula.
Entrar al ALCA, y enviar tropas a todos los lugares sindicados por Estados Unidos como integrantes del «eje del mal». Salvaguardar a la Suprema Corte, como exteriorización de la continuidad jurídica, privatizar todo lo que aún pueda quedar pendiente.
Avanzar sólidamente en la apertura de la economía, mejorar el sistema impositivo aumentando su regresividad con lo que bajaría el peso impositivo de los sectores económicos concentrados para » que no se desalienten», restringir al máximo la emisión monetaria para prever cualquier posibilidad inflacionaria, derogar lo que pueda quedar de la legislación laboral para bajar «el costo argentino», promover la radicación de bancos extranjeros, conjugar el verbo “ajustar” en todos sus tiempos, restablecer el orden garantizando la libre circulación de las calles, aplicar una política de seguridad basada en la tolerancia cero. Implementar una política de mano dura contra delincuentes y piqueteros, reprimir la protesta social y garantizar el ejercicio irrestricto de la propiedad privada. Devolver las fábricas autogestionadas a sus antiguos dueños, y cubrir ministerios y organismos fundamentales con lobbistas, empresarios y representantes de organismos internacionales en uso de licencia.
La descolonización
Afortunadamente nada de esto ha sucedido hasta el momento con el gobierno, y el discurso que sostiene es la antítesis. De manera que ese 41% debería estar contrariado con las posiciones adoptadas por el gobierno de Kirchner. Sin embargo, según una encuesta de Enrique Zuleta Puceiro, el 82,4% tiene la convicción que el país mejorará y casi la misma cantidad calificó como buena o muy buena la gestión de Kirchner que fue votado el 27 de abril por el 22%. Entonces ¿que votó ese 41%? ¿estamos ante una nueva exteriorización de la «veleidosa sociedad»?
El menemismo se diluye pero ¿están en pie los valores menemistas? ¿el ganador es el que tiene razón y hay que sumarse a sus filas hasta que aclare?
La clase media en su concepción más amplia, ¿se entusiasma por el ejercicio del poder que despliega el Presidente, como ayer la seducía la capacidad de decisión de Menem?
El humorista Enrique Pinti dice en la revista de La Nación del 22 de junio: «Lo bueno de tener experiencia es que hay un pasado del cual sacar enseñanzas. Esto ya me pasó durante «El infierno de Pinti». Estrené ese espectáculo en 1995. Auge de la estabilidad total y absoluta. Puerto Madero era la Meca. Entonces, con las autopistas y la posibilidad de ir a Miami cada cinco minutos para ver si el Ratón Mickey tenía fiebre, yo era un sacrílego al decir que las privatizaciones estaban mal hechas, que el país se iba a la mierda, que Menem dejaba mucho que desear y que su entorno era de película bizarra, de terror de trasnoche en el canal Retro. ¡Pero qué enojado que está usted! me decía la gente en 1995 y 1996. En 1999 había que pararlos ¿Por qué no dice nada de ese turco hijo de puta? Me reclamaba esa misma gente y me acusaban de menemista porque yo decía que el problema no era solamente Menem, sino también todo los demás».
Una actitud típica de segmentos muy grandes de clase media. Esa que sigue la ola. Que siempre nada a favor de la corriente. Una actitud que sólo se puede cambiar si hay una descolonización mental. Si se es capaz de analizar la sociedad, más allá de la pequeña ventanita de cómo, a uno, le va en el mercado.
Carlos Alberto Reutemann
Hizo del silencio una exteriorización de la profundidad de pensamiento. De la dificultad de articular una frase con sujeto, verbo y predicado, un estilo. Versión delarruista de un advenedizo al justicialismo, invento político de Carlos Menem, se constituyó en el potencial candidato ganador del establishment, bien visto por las franjas de clase media que querían un Menem blanco y elegante, prolijo y honesto. El hombre le tiene más miedo a su padre político y sus prácticas políticas que a la miseria que sus políticas provocaban. Jugó encubiertamente para el riojano en las últimas elecciones. Si ganaba el ex presidente, había un Ministerio en su futuro. Después de la huida vergonzosa del ballottage de su candidato, sumado a una inundación que demostró falta de previsión en la adopción de recaudos, el Lole, sin cambiar de pensamiento intenta cambiar de escuderia. Y en una inimaginable actitud verborrágica declaró al diario La Capital: «Yo tengo una dosis de izquierda mucho más grande que lo que muchos piensan. La verdad es que aplaudí a rabiar a Fidel en el Congreso, me salió espontáneamente. Es una figura del Mundo, con sus contradicciones, sus cosas positivas, negativas…Más allá de todo eso, Fidel es un fenómeno.» Ante estas consideraciones desusadas adelantó: «ahora van a salir a decir que el Lole se hizo zurdo». Pero no escatimó sorpresas: «Me gusta la izquierda» y elogió a Néstor Kirchner.
Y más adelante intentó, en forma muy oportuna, dejar enterrado su pasado: «Le digo que no soy Menem, no tengo nada que ver con él. No tengo ni los trajes, ni los cigarros, ni la historia, nada de Menem. Si hay una contracara de Menem, ése soy yo»
Adolfo Rodríguez Saá
Se presentó a la contienda electoral retomando banderas y tradiciones peronistas.
Remitía permanentemente a su administración prolongada en San Luis y a su paso vertiginoso y colmado de gestos de sus cinco días en la Presidencia. Aportó a la campaña un plan de gobierno donde convivían medidas largamente esperadas con otras arrancadas del realismo mágico.
En algún momento se perfiló como potencial ganador, pero se fue desinflando a medida que se acercaba el 27 de abril. San Luis es una provincia con facetas muy positivas en materia industrial, obras públicas, escuelas y hospitales. Junto a ello conviven una justicia puesta al servicio del Poder Ejecutivo y un monopolio gubernamental de los medios de prensa. Los incrementos de los patrimonios de los hermanos Rodríguez Saá desde 1983 no resistirían un análisis superficial de la AFIP. Las importantes obras públicas son realizadas mayoritariamente por empresas de la familia. La magnitud de las medidas insertas en sus 125 propuestas a realizar en los primeros cien días, producían en sectores importantes de la clase media antimenemista la sensación de estar en presencia de un Menem II.
Otros, más agudos, ponían en tela de juicio su fortaleza para asumir un programa muy ambicioso y soportar las presiones y vendavales consiguientes. Se recordaba que cuando los hermanos se opusieron a la reelección de Menem, el SIDE efectúo un operativo que involucró al Adolfo y su amante con fotografías hartamente complicadas para un gobernador con veleidades presidenciales. Consumado el operativo, el puntano corrió a Buenos Aires y fue recibido por Menem en Olivos. El penoso incidente quedó olvidado como la oposición al segundo mandato del riojano.
El segundo episodio ocurrió siendo Presidente. Viajó a Chapadmalal para una reunión con los gobernadores que le retiraron su apoyo. Cuando llegó, le habían cortado la luz y retirado la custodia. Voló a San Luis y presentó la renuncia acusando de la maniobra a De la Sota. Ambos episodios insertos en otros, como su ausencia de la Casa de Gobierno por cuatro meses cuando perdió las elecciones parlamentarias de 1985, permiten vislumbrar una personalidad de una debilidad inversamente proporcional a la fortaleza que se necesita para afrontar programas transformadores.
Realizó una buena elección, pero lejos del ganador del cual se presentaba como antítesis. Penosa fue la forma como su hermano intentó prolongar la aceptación de la derrota, presentando resultados victoriosos en mesas aisladas. Recibió a las pocas horas del 27 de abril al ex Presidente, proclamado ciudadano ilustre de San Luis. La opción para la segunda vuelta, con Menem como una de las alternativas, no debería haber merecido dudas. El riojano mejoraba, en la comparación, las condiciones de cualquier adversario. Adolfo Rodríguez Saá se tomó tanto tiempo para anunciar su decisión en la segunda vuelta, que la huida de Menem lo sorprendió envuelto en dudas más profundas que la de Hamlet y con una capacidad de decisión cercana a la velocidad de desplazamiento del General Alais.
Después de la disgregación de sus fuerzas que llegaron al 1% en las elecciones a gobernador en Córdoba, alejado Rico y distante Moyano, parece acercarse a las huestes dispersas de Carlos Menem. A eso se suma su presunta decisión de apoyar a gobernador en la Provincia de Buenos Aires a Luis Abelardo Patti. Sustituir programa por pragmatismo es una de las taras más repudiadas de la larga noche padecida. El slogan acuñado «A paso de vencedores» parece una burla cruel, cuando queda asociada al acuerdo con el eléctrico propagandizador de la picana y al padre de la década infame. De concretarse los rumores periodísticos se habrá consumado una estafa equivalente a la de Menem, pero perpetrada encima desde el cómodo campo de la oposición.
Alvaro Carlos Alsogaray
El pope del liberalismo argentino ha llegado a los noventa años. Una vida consagrada a la destrucción del país con una persistencia y contumacia digna de mejores causas. Dos veces Ministro de Economía, fundador de tres partidos pocos significativos, Embajador en Estados Unidos de la dictadura de Onganía, sus fracasos electorales son inversamente proporcionales a su influencia dentro del establishment y los sectores mayoritariamente liberales de las Fuerzas Armadas. Su figura es tan emblemática como la de Mariano Grondona como propagandista de un liberalismo trucho, colonial e inexistente como tal en las metrópolis. Propulsor de «La economía Social de Mercado», cultor de la mano invisible del mercado, enemigo del Estado, encontró en la década del noventa la continuidad y aplicación de sus ideas a través de Carlos Menem. Siempre sostuvo que los males del país comenzaron en 1943. Fue un propagandizador del terrorismo de Estado (que en éste caso no le molestaba) y negó enfáticamente la existencia de campos de concentración en la Argentina. Ni siquiera tuvo un gesto de humanidad con su sobrino montonero acribillado a bayonetazos en Tucumán. Sus referentes en el gobierno quedaron como paradigmas de la corrupción: María Julia, Adelina, Alderete. Su cumpleaños noventa fue celebrado, como correspondía, en el Círculo Militar. El otro orador fue Julio Ramos, el director del penoso periódico de negocios «Ambito Financiero». Los invitados al festejo constituyen un microcosmos que engloba a los mentores y ejecutores de una política económica y social colonial.
Coherente en sus incoherencias, reclamó en el discurso de su onomástico que la Argentina necesita más liberalismo y se mostró imprevistamente optimista afirmando que «el país va a poder salir de la crisis» (no explicó cuánto de responsabilidad tienen sus ideas en la misma) y fiel a sus inveterados principios o prejuicios acotó: «más allá de la existencia de los piqueteros».
Cuando se acerca el ocaso de su vida, la figura de Alvaro Alsogaray sintetiza un liberalismo inexistente en economía, cuyas penosas consecuencias padecemos y un reaccionarismo en lo político que se abraza al fascismo. Si la Argentina ha sobrevivido a la aplicación de sus ideas, puede considerarse indestructible. A partir de dejarlas atrás, sólo puede esperarnos el futuro.
Posdata latinoamericana
Mientras Kirchner puebla la Argentina de gestos esperanzadores, de actitudes dignas que deben prolongarse en actos concretos en el campo económico, Lula avanza hacia una gigantesca frustración. Ha emprendido el doloroso y previsible fracaso de seguir las recetas del Fondo. Ha pasado a ser el ejemplo para los acreedores. Esto puede tener consecuencias enormes para Argentina a muy corto plazo. El fracaso brasileño, de seguir éstas recetas, alejan a Lula de la burguesía industrial y de los trabajadores, sus bases de sustentación. En Ecuador, Lucio Gutiérrez abandonó la lucha antes de empezarla. En contraposición, Hugo Chávez, mantiene y profundiza su lucha. Parece que los latinoamericanos estamos condenados a emprender contiendas solitarias y aisladas. Así estaríamos condenados a repetir la expresión desesperanzada de Bolívar: «He arado en el mar». Es bueno tener presente una frase de uno de los gestores de la Independencia Norteamericana, Benjamín Franklin: «O caminamos juntos, o nos ahorcarán por separado».
Mientras las banderas estén levantadas y la voluntad de llevarla adelante firme, la batalla no está perdida.
Notas Relacionadas
19/09/2005 Tiroteo entre milicias palestinas
01/10/2008 El ángel de Budapest
03/11/2010 Detalles sobre el conflicto con Irán y Siria