De acuerdo al informe crítico, de 42 páginas, de las Naciones Unidas “a pesar de la prohibición de desplazamientos, los miembros de la red Al Qaeda mantienen un alto grado de movilidad y han sido capaces de perpetrar o contribuir con atentados terroristas en varios países alrededor del mundo”. Este fracaso de cooperación internacional evidencia la dificultad de aplicar sanciones contra entidades no estatales y la muy limitada utilidad de la lista de Naciones Unidas que enumera 220 entidades terroristas vinculada con Al Qaeda. Una relación plagada de errores y sospechosos inadecuadamente identificados.
El informe reconoce la importancia de las detenciones practicadas entre la cúpula de la organización. Pero estos éxitos quedan empañados por la habilidad de la red terrorista para perpetrar -en los dos últimos meses- terribles atentados en Marruecos y Arabia Saudita. Sobre los múltiples ataques de Casablanca, el estudio resalta que Al Qaeda demostró capacidad para reclutar una nueva generación de militantes sin conexiones previas con la organización. En cuanto a los ataques de Riad contra residentes extranjeros, el texto destaca la audacia de atentar contra objetivos custodiados.
Financiación casi intacta
El informe también da cuenta que pese a los concertados esfuerzos por obstaculizar la financiación de Al Qaeda, los terroristas son aún capaces de lograr generosas cantidades dinero a través de actividades de narcotráfico, contrabando de tabaco y fraudes con tarjetas de crédito.
Tras el congelamiento inicial de 125 millones de dólares tras el 11-S, no se han logrado éxitos adicionales en el campo financiero porque la red continua utilizando la cobertura de fundaciones de caridad y métodos no bancarios para realizar transferencias.
El documento también indica que Al Qaeda y sus aliados mantienen la capacidad de “adquirir adecuadas cantidades de armas y explosivos dónde y cuándo los necesiten”.
De acuerdo a las estimaciones del especialista francés Roland Jacquard, Al Qaeda aún dispone de 800 terroristas entrenados en Afganistán dispuestos a perpetrar ataques contra objetivos económicos y turísticos. Efectivos que Jacquard, responsable del Observatorio Internacional de Terrorismo, ha definido como la “tercera generación” de Al Qaeda.
Entrenamiento y autonomía
Según Jacquard, estos activistas son individuos “con sólido entrenamiento intelectual y paramilitar, que se han esparcido por varios países donde pueden actuar de forma autónoma”. A su juicio, estos integristas son extremadamente peligrosos, ya que tienen sobrada capacidad para construir rudimentarias armas no convencionales y cada vez resultan más difíciles de ser detectados por servicios de inteligencia y fuerzas policiales.
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