CGT al borde de un ataque de nervios

La Confederación General del Trabajo (CGT), tradicional central obrera peronista, está a un paso de volver a dividirse, luego de haberse reunificado en julio pasado. El conflicto interno se debe a una lucha por el liderazgo de la organización sindical entre dos factores peronistas que bregan por el control total de la central obrera. Ambos grupos, de todos modos, se enrolan en la línea kirchnerista.

En uno de los grupos está el combativo dirigente del sindicato de camioneros Hugo Moyano, integrante del triunvirato que se formó cuando la CGT se reunificó el pasado 14 de julio, tras 12 años de separación.
La figura más notoria del otro grupo es Susana Rueda, dirigente del gremio de la Sanidad y también integrante del triunvirato. El tercer en discordia es Luis Lingeri, del sindicato de Obras Sanitarias y aliado de Moyano.
Este último pretende convertirse en el único Secretario General de la CGT, pero está siendo muy resistido por el grupo de Rueda, que lo acusa de «autoritario» y cultor de métodos violentos.
En este intercambio cruzado, Moyano acusa a Rueda y su gente de estar divorciados de las «bases obreras».
El conflicto superó el marco de la CGT cuando el sector de Rueda impugnó el acuerdo que se logró en el Consejo del Salario Mínimo, para incrementar el salario de 450 pesos (155 dólares) a 630 pesos (217 dólares).
El acuerdo fue suscrito por el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, representantes empresarios y por Moyano, en representación de la CGT.
Rueda se manifiesto «totalmente disconforme» con el nuevo salario mínimo y dijo que Moyano «no tiene condiciones para conducir y exhibe actitudes violentas y patoteriles».
«No se consiguió ninguna mejora real para el salario», afirmó.
Los acuerdos salariales también fueron rechazados por la disedente organización Central de Trabajadores Argentinos (CTA), de tendencia izquierdista. La CTA demandó un salario mínimo de 772 pesos (266 dólares).