Reunión de expertos en violencia infantil en Buenos Aires:

“La democracia no logró cambiar las políticas contra los jóvenes»

La violencia doméstica y la incapacidad de los gobiernos democráticos para poner fin a las prácticas represivas contra los jóvenes son dos de las principales materias pendientes en América Latina sobre derechos de la infancia y la juventud. Y son los temas que están abordando, desde el pasado lunes 30 de mayo en Buenos Aires, en la Consulta para América Latina sobre violencia infantil, en el marco del estudio mundial sobre el tema auspiciado por las Naciones Unidas y que será presentado en su asamblea anual de 2006. “La democracia no logró cambiar las políticas contra los jóvenes" afirman los investigadores.

El informe, a cargo del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF, se encuentra en pleno proceso de elaboración. Sin embargo, los expertos internacionales revelaron en Argentina algunas conclusiones preliminares sobre este problema.
«El hogar es el lugar más peligroso para los niños. No hay libertades democráticas en el hogar. Tan sólo en Brasil es el lugar más peligroso para los niños, en términos de asesinatos y violencia sexual por parte de los padres y parientes», manifestó a la prensa el brasileño Paulo Pinheiro, experto independiente elegido por la ONU para encabezar el estudio internacional.
Al mismo tiempo, otro flagelo característico de América latina, es la «dificultad de los gobiernos democráticos de transformar sus instituciones, especialmente las vinculadas a la justicia y la policía», sostuvo el funcionario.
Señaló, por ejemplo, el maltrato de la policía contra jóvenes en Argentina, país en el que los menores de edad que delinquen son alojados en cárceles para adultos.
«La democracia en la región no logró cambiar las políticas contra los jóvenes», dijo.
El estudio impulsado por la ONU no busca ser «un catálogo de horrores», sino «formular estrategias y promover acciones para prevenir y eliminar todas las formas de violencia en los niveles nacional, regional e internacional».
«Es preciso escuchar a los niños. Los estados y los políticos no lo hacen. Este estudio es un espacio importante para que los niños puedan hablar», finalizó Pinheiro.