La gran mayoría de los trabajos forzados -casi 10 millones- ocurren en Asia y la región del Pacífico, donde el tráfico de personas con fines sexuales va en aumento, dijo la OIT.
«El trabajo forzado representa la otra cara de la globalización y niega a las personas su dignidad y derechos básicos», dijo el director general de la OIT, Juan Somavia.
«La OIT pide una alianza global contra los trabajos forzados en la que participen gobiernos, organizaciones patronales y sindicales».
Unas 9.800.000 personas en todo el mundo son explotadas por empresas privadas, mientras que 2.500.000 son obligadas a trabajar por estados o grupos militares rebeldes. Un quinto del total es sometido al tráfico humano ilegal de un país a otro.
La OIT destacó a Mianmar como ejemplo del problema, pero se negó a dar el número total de personas obligadas a ejercer trabajos forzados ni siquiera en un solo país.
«Es imposible lograr un avance efectivo contra los trabajos forzados cuando existe un clima de impunidad y represión», indicó el informe.
«El azote del tráfico humano ha llamado ahora la atención del mundo», dijo el informe. «Ha colocado las preocupaciones de los trabajos forzados a los pies de los países industrializados».
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