En 1995, en Buenos Aires, se replanteó la cuestión. La visita oficial a la Argentina del presidente de la República de Turquía, Suleiman Domirel, fue repudiado por la comunidad armenio-argentina, especialmente por el Consejo Nacional Armenio de Sudamérica.
¿Cuál fue el trasfondo de ese rechazo? Para el irredentismo armenio el recuerdo de sus muertos masacrados, asesinados, violados o escarnecidos es una cuestión de honor nacional y humanista. Pero también tiene significación jurídico-política, ya que el Estado turco se ha negado hasta ahora a reconocer el genocidio.
Los gobernantes turcos proceden como lo hacían Videla, Viola y Massera. Para ellos los desaparecidos no fueron tales. Desaparecieron y no existieron. A los reclamos armenios Turquía contesta con mentiras o con una aterradora indiferencia. Aducen que se trata de una cuestión de ‘razón de Estado’.
La comunidad internacional
Debió producirse el segundo Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial, el de los judíos y gitanos, para que la causa armenia resurgiera. Tras largos cabildeos en las Naciones Unidas, la causa armenia ha tenido alguna respuesta de la comunidad internacional que, finalmente, condenó a Turquía en diversos foros como estado criminal.
Los armenios fueron los primeros en sufrir en el siglo XX el experimento de las matanzas organizadas.
Luego siguieron los judíos y los gitanos europeos a manos del nazifascismo.
Los japoneses segaron la vida de diez millones de chinos, durante la Segunda Guerra Mundial, en una orgía racista increíble. En el siglo XX hubo después otras matanzas tremendas: los bombardeos a poblaciones civiles durante la guerra civil española -el bombardeo a la ciudad vasca de Guernica- y en Vietnam; los crímenes de Pol Pot, en Camboya, que costaron un millón de víctimas; los genocidios entre tutsis y hutus en Ruanda; y el drama de los musulmanes y croatas masacrados por los serbios en la Bosnia-Herzegovina.
En la culta y moderna Europa actual, la discriminación contra las minorías árabes y gitanas están trayendo en Alemania, Francia, Italia y Austria, el recuerdo de la tragedia antisemita en las primeras décadas del siglo anterior. Cuando Adolfo Hitler decidió el asesinato de los judíos recordó, cínicamente, el genocidio armenio. Y se preguntó: “¿Quién habla hoy de la exterminación de los armenios?”.