Así como Mohamad Jatami viajó a Roma para asistir al funeral, el líder supremo de la República Islámica permaneció ni siquiera emitió un mensaje de condolencias.
El poderoso Hashemi Rafsanjani también mostró una marcada ambivalencia, ratificando que la oposición expresa del pontífice a la invasión estadounidense de Irak había sido valiosa, pero que, sin embargo, no fue lo suficientemente enérgica para desacreditar a los Estados Unidos.
El funeral del viernes, en la Plaza de San Pedro, reunió a la mayor cantidad de líderes mundiales en la historia para despedir al Papa Juan Pablo II, y cuatro millones de personas se dieron cita en Roma.
Mientras Jatami manifestó su pesar, diciendo que el Papa «fue devoto de la paz, la justicia y la rectitud», el líder supremo iraní, el ayatola Alí Jamenei, se manuvo en silencio.
El desaire de Jamenei, aparentemente, está vinculado a la suposición -generalizada en Irán- de que el Papa no envió un mensaje oficial de condolencia cuando falleciera -en 1989- el fundador de la revolución islámica iraní, el ayatola Ruhola Jomeini.
«El Papa no formuló un mensaje de condolencia cuando murió el imán (Jomeini). Por lo tanto, no había razón para que el ayatola Jamenei enviara un cable de condolencia por la muerte del Papa», dijo Hamid Reza Taraqi, un líder de la Sociedad de la Coalición Islámica, un grupo intransigente.
«Los papas no pueden predicar las enseñanzas de Jesús e ignorar los crímenes cometidos por Estados Unidos por todo el mundo», agregó.
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