Luego de terminar la lectura, se va a trabajar, a bordo del camión recolector de residuos, y sale a la calle de lo más eufórico.
El camión avanza lentamente mientras Roman alcanza a vaciar los tachos de basura en las entrañas del camión. Roman cuenta que los pobladores de Carmiel “fabrican” mucha basura. Krasnovsky trabaja hace 14 años en los servicios de limpieza en la municipalidad de su ciudad. Es muy feliz, por disfrutar de un sueldo fijo y todos los derechos sociales que le otorgan un trabajo fijo y seguro. La jornada laboral termina alrededor de las nueve de la mañana. Entonces, se va a dormir y cuando vuelve a despertarse -a horas del mediodia- retorna a su ocupación preferida: composición y ejecución en su propio órgano. Krasnovsky es uno de los compositores y organistas contados, sino el único, que vive en Israel.
Krasnovsky, de 50 años, llegó a Israel hace 15 años. Desde entones vive en Carmiel. Su amplia educación musical la adquirió en Ucrania. Allí aprendió a tocar el órgano, a pesar de no haber sido un instrumento muy difundido en la ex Unión Soviética. Según el músico, su verdadero afecto por el órgano le sobrevino en Israel. Le resulta muy difícil explicarlo, y agrega: “es como una droga, uno se narcotiza y es imposible dejar de hacerlo”.
Una vez por año recibe una licencia en su trabajo y viaja a dar conciertos al extranjero. Constantemente, recibe invitaciones para interpretar el órgano en las iglesias más importantes de Europa. Sus giras incluyen: Berlín, Colonia, Frankfurt, Hanover, Basilea, Roterdam, etc. El calendario de funciones esta lleno. La licencia, es por quince días y, frecuentemente, recibe una semana más sin goce de sueldo.
“Krasnovsky es un bicho raro. En Israel, es casi desconocido, pero fuera de sus fronteras disfruta de una gran popularidad. Son muy pocos los músicos que tienen el privilegio de tocar en lugares de tanta jerarquía”. Tal, es la opinión de Gerardo Levy, fundador de la Asociación de Organistas Israelíes
Según Levy, “el talento de Krasnovsky, como compositor, es muy superior a su capacidad de interprete. Se trata de un personaje impresionante. No tiene las más mínimas condiciones físicas de trabajo. Ni siquiera posee un órgano profesional. Cuenta, sólo con un organillo eléctrico que deja sonar una musicalidad muy diferente de lo que espera un organista consumado. Pero, eso sí, dispone de una voluntad de hierro”.
Krasnovsky, nos hace participe de cómo compone. Se sienta a escribir munido de lápiz y papel, frente a su organillo en su casa. Durante su trabajo de recolección de basura piensa en cómo pulir las piezas. También compone canciones populares. Ya tiene en su haber centenares de canciones humorísticas. La temática gira, por lo general, alrededor de las dificultades por las que pasa todo nuevo inmigrante.
Mientras vacía tachos de basura no comparte con sus colegas sus planes de viajar al extranjero. Teme que ellos piensen que es arrogante. “Yo soy exactamente igual a ellos, no me diferencio en nada. Mi profesionalidad musical, no interesa ni le importa a nadie. Si soy un músico tan importante… ¿para qué necesito este trabajo? Y si lo hago, es porque realmente lo preciso. Aparentemente, soy muy exitoso afuera pero, lamentablemente, no puedo mantenerme de la música. No tengo, otra salida que seguir con mi puesto en Carmiel”.
Hasta el dia de hoy, lleva compuestas tres sinfonías para órgano. Una de ellas, es la ”Sinfonía Judía”.
Segun el compositor, está basada en motivos trágicos judíos, pero no se trata de temas folclóricos. «Es, por intuición, música judía, pero está encuadrada en la música romántica clásica.”
Krasnovsky acaba de grabar, también, su primer CD.
Son raras sus apariciones en Israel. Lo hace, de vez en cuando, en iglesias de Jerusalem y en la de Yaffo.
Esporadicamente toca en Carmiel. Hace años, le llamo la atención una joven del publico y, entre ellos surgió un romance que culminó en boda.
A pesar de las dificultades para dominar el hebreo, y la conducta de los israelíes, se ve, totalmente envuelto en la vida y la sociedad israelí. A raíz del asesinato de Rabin. compuso la “Elegía a Itzjak Rabin”. Un par de veces, representó a Israel, como enviado de la Cancillería, en el Festival de Artes de Berlín, y bajo el mismo concepto viajó a Ucrania y Moldavia.
Cada salida a Europa es una verdadera fiesta. Recuerda el concierto en la iglesia Santa María del Angelo en Roma. “Cuando te sientes rodeado de las obras de Leonardo Da Vinci, expuestas en los muros de la iglesia, tu exaltación no tiene limites” afirma.
El concierto que ejecutó en la Catedral de Colonia, con la asistencia de 3000 personas, permanece indeleble en su memoria. A duras penas pudo escalar las escaleras interminables hasta sentarse frente al órgano gigantesco.
“Desde las alturas, las personas parecían moscas”, y agrega que “al termino del concierto, no pude encontrar el camino de salida”.
Inmediatamente a su regreso de Europa, se presenta religiosamente a su trabajo. Entonces, vuelve a montar el camión y la vida sigue su curso.
“Mi vida está consagrada a los conciertos. Es lo mas importante para mí. Esos son los momentos por los cuales vale la pena vivir”. Así habló y dijo Krasnovsky. Y desde el Olimpo de la música, luego, cae derecho en manos de la basura.
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