Militante en el Partido Comunista desde los 16 años, Marín combatió en las calles por sus ideales.
La combatividad la mantuvo incluso después de que un cáncer invadiera su cabeza y fuera operada en Estocolmo, Suecia, en el 2003.
A los 24 años había sido elegida diputada del PC, cargo en el que fue reelegida en dos ocasiones.
Al producirse el golpe militar de 1973, era diputada y secretaria general de las juventudes comunistas. Sus camaradas la obligaron a asilarse en la embajada de Holanda, donde permaneció ocho meses hasta que pudo salir del país.
Recién en 1978 pudo retornar del exilio desde España, con pasaporte español, y prosiguió su lucha desde la clandestinidad hasta que pudo actuar libremente recién en la década del ´80.
El Partido Comunista chileno fue duramente reprimido por la dictadura, y numerosos dirigentes fueron detenidos y hechos desaparecer por las fuerzas represivas, entre ellas el esposo de Marín, el ingeniero Jorge Muñoz, detenido en 1976.
En 1984 fue elegida subsecretaria general del partido y diez años después ocupó la secretaria general y luego la Presidencia del mismo.
Cuando comenzaron las protestas públicas contra Pinochet, Marín siempre estuvo en primera fila, pese a la represión policial, las bombas lacrimógenas, los apaleos y las detenciones masivas.
Vuelta la democracia, en 1990, fue una tenaz opositora de los tres gobiernos que sucedieron a la dictadura, por considerar que olvidaron a los trabajadores al mantener sin cambios el modelo económico neoliberal impuesto por los militares.
Marín presentó la primera querella en Chile contra Pinochet por genocidio, asesinatos y torturas, que abrió camino a muchas otras demandas judiciales contra el ex dictador.