Cumbre en Jordania

Dudas a la sombra del Mar Rojo

No hubo comunicado conjunto pero sí cuatro visiones distintas del “Mapa de Rutas”. No se declaró el fin de la Intifada, sino el fin de la Intifada armada. No se habló de ocupación, sino del gobierno israelí sobre los palestinos. Más y más juegos de palabras. Pese a las promesas, no se desmantelarán más de una veintena de asentamientos judíos “ilegales” -que según la legislación internacional no existe ninguno que no lo sea- en Gaza y Cisjordania.

Aunque este encuentro en Jordania, a la orillas del Mar Rojo, no puede considerarse de exitoso por las decisiones a las que arribaron los americanos junto a israelíes y palestinos, puede considerarse un buen primer paso que resta por ver cómo se continúa caminando.
Los analistas internacionales dicen que no existieron gestos de complicidad ni guiños entre los cuatro líderes presentes -Bush, Sharón, Mazen y el rey Abdalá II de Jordania-
En el juego de palabras de la cumbre todos dijeron de todo. Habrá que ver cuánto se materializa para convertir a estos políticos en verdaderos estadistas de sus pueblos.
Recorramos los dichos y algunos hechos:

Abu Mazen no ignoró el sufrimiento histórico del pueblo judío, y tampoco dejó de poner énfasis en el sufrimiento más reciente del pueblo palestino. No dudó en dar por terminada la Intifada armada y los ataques contra israelíes donde quiera que estén.
Ariel Sharón insistió en la necesidad imprescindible de seguridad para su Estado y para su pueblo. Y no dejó de recordar la imposibilidad del retorno de los refugiados palestinos a los territorios que hoy forman el Estado de Israel.
El presidente Bush se cuidó de no improvisar ante la atenta mirada de Abu Mazen y Sharón, quienes ayer se dieron por vez primera la mano en público tras haber sostenido dos reuniones previas en Jerusalem escondidos de las cámaras y luces de TV.
Lo que no cayó nada bien entre los negociadores israelíes fue el anuncio del presidente Bush de enviar observadores americanos, liderados por John Wolf -un experto en armas de destrucción masiva cuyo último trabajo ha sido el espinoso asunto de las armas ocultas de Saddam-, y dirigidos por Colin Powell y Condoleezza Rice, con el fin de auditar el cumplimiento de los mutuos compromisos asumidos por las partes. Recordemos que el gobierno de Sharón nunca quiso aceptar una intervención internacional sobre el territorio en conflicto con los palestinos.
Las cumbres en la localidades de Sharm el Sheij y Aqaba no trajeron avances definitivos pero sí progresos importantes para que, como afirmara Bush: “la Tierra Santa sea compartida por dos Estados que vivan en paz, en libertad y en seguridad, uno al lado del otro”.
No ha finalizado la violencia (que ya lleva 32 meses en la región) pero sí es posible que se haya desarticulado una dinámica mortal.
No estuvo presente Arafat, ni los representantes de la Unión Europea y de las Naciones Unidas.
No es tiempo aún de dar la señal definitiva de la paz pero tampoco adjudicar a estas cumbres un fracaso que no tienen en su haber.
En Aqaba, a las orillas del Mar Rojo -ese que dicen que alguna vez se abrió para dar paso a los orígenes de la libertad- se dio un nuevo primer paso en la región. Y eso no es decir poco.