«Si tuviese la posibilidad, votaría por él. Pero no la tengo» afirmó Abdul-Aziz Rehayel refiriéndose a Abú Mazen en un campamento de refugiados en el sur de El Líbano.
Otro palestino, Bakr Younes, en Siria, se quejó por no poder votar, proclamando que si la diáspora palestina no puede participar en los comicios, será destruida.
Desde Jordania, Ahmed Jalil, dijo que Abú Mazen fue impuesto a los palestinos por Estados Unidos e Israel.
Sea cual fuere el Presidente electo, cualquier solución negociada con Israel debería resolver el problema de los refugiados palestinos, ya sea por una compensación financiera, mediante un reasentamiento en la Margen Occidental y en Gaza, o a través de la recuperación de las propiedades que perdieron en las guerras de 1948 y de 1967.
Mazén, respaldado por el movimiento Al Fatah de la OLP, intentó junto con el Primer Ministro palestino, Abú Alá, atraer a la audiencia de millares con la promesa de no abandonar el derecho a que regresen a su tierra.
«Jamás cederemos sobre ese derecho», dijo Alá.
Pero en la diplomacia del Medio Oriente, tal posición impediría un acuerdo. Arafat nunca estuvo dispuesto a ceder en ese punto, e Israel lo rechazó dado que sería el principio del fin del país como estado judío.
Jaled Awad, quien escuchó a Mazén en un acto público, recordó cómo fue capturado por soldados israelíes que invadieron el sur de El Líbano en 1982, y luego liberado en un canje de presos. Todavía tiene esperanzas de retornar algún día a la zona de Akko donde su familia poseía tierras.
«Inclusive si no conseguimos tierras, regresaré para vivir bajo un árbol, bajo un olivar, o un almendro», indicó.