Así, Barguti no sólo retira su apoyo a Abú Mazen que anunció la pasada semana -cuando había decidido retirar su candidatura-, sino que coloca a los palestinos, a Israel, a los Estados Unidos y a la Unión Europea ante las mismas disyuntivas que enmarcan al conflicto desde el punto de vista palestino: ¿a quién elegir?
«Me presento en las elecciones para defender a nuestra resistencia del calificativo de terrorista. Es doloroso escuchar voces que afirman que tras la muerte de Arafat existe una buena oportunidad para la paz».
Así se expresó Barguti -secretario general de Al Fatah en Cisjordania y condenado por Israel a cinco cadenas perpetuas por terrorismo- en un comunicado difundido en Ramallah por su esposa, Fatua quien, horas antes, había registrado a su marido en el Comité Central Electoral de esta ciudad palestina sólo tres horas antes de vencer el plazo legal para la postulación oficial al acto eleccionario.
La candidatura de Barguti sacude el panorama palestino porque Abú Mazen ya no tiene garantizada la victoria ante la gran popularidad de su adversario, y Al Fatah -por su parte- se encuentra ante la dura disyuntiva de todo movimiento dividido.
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