No crean una palabra

“Hace cincuenta años, cuando los corresponsales extranjeros me preguntaron sobre la credibilidad de las declaraciones oficiales de las Fuerzas de Defensa Israelíes, acostumbraba a responder que nuestro ejército no mentía. Uno debía creer sus comunicados sin una buena razón para lo contrario. Aquellos días ya han pasado. Cuando respondo a la misma pregunta hoy, aconsejo no creer una sola palabra de las proclamaciones del ejército sin una buena razón para lo contrario”.

Cuando Ariel Sharón anunciaba su plan para la «desconexión unilateral», los medios de comunicación informaron que el movimiento ‘Paz Ahora’ estaba preparando una gran campaña de apoyo público al mismo. La oficina del Primer Ministro le pidió que desistiera, temiendo que una campaña semejante causaría que la extrema derecha se opusiera.
‘Paz Ahora’ no era el único grupo de izquierda que aceptaba entusiastamente el plan. Los jefes del Partido Laborista declararon que era realmente su propio plan y que, por consiguiente, era su deber unirse al gobierno y ayudar a Sharón a implementarlo.
Fui uno de los muy pocos que levantaron su voz contra el plan. Argumenté que realmente era un plan de la derecha para anexionarse la mayoría de Cisjordania, quemando el proceso de paz y engañando a la opinión pública de Israel y del extranjero.
Estaba seguro de ello porque conozco a Sharón. He estado vigilando a este hombre durante 50 años y he escrito tres ensayos biográficos sobre él. Sé lo que piensa y cómo opera.
Ahora, Dov Weisglass ha confirmado cuanto he dicho y más. En una entrevista en ‘Haaretz’, afirma que el único objetivo del plan era «congelar» el proceso de paz. El propósito real de la «desconexión» es bloquear las negociaciones con los palestinos durante docenas de años e impedir cualquier discusión sobre Cisjordania, mientras que al mismo tiempo los asentamientos israelíes se extiendan de forma que pongan fin a cualquier posibilidad de un futuro Estado palestino.
Dov Weisglass no es cualquiera. Recuerda a una de las «eminencias grises», el secretario del cardenal Richelieu, primer ministro de Francia hace 400 años. Se decía en aquel tiempo que el secretario era quien realmente ejercía de encargado tras el escenario.
Weisglass ha sido el consejero legal y un amigo personal cercano de Sharón durante décadas. Es el emisario especial de Sharón para misiones delicadas, el hombre que puede hacer girar a Condoleezza Rice alrededor de su pequeño dedo. En el zoológico de Sharón, es el zorro.
Su sincera declaración es la palabra final. Coloca en la vergüenza no sólo a las almas cándidas de ‘Paz Ahora’ y a las almas menos cándidas como la de Shimon Peres y compañía del Partido Laborista, sino también a George Bush y a los otros líderes mundiales habían tomado esta pieza engañosa como un plan de paz serio. (El pobre Colin Powell lo había calificado de «histórico».)

El caso de la camilla

El descubrimiento de Weisglasss competía en los medios de comunicación con el «caso de la camilla», una historia que también revela los métodos de Sharón. Resultaría divertida si no amenazara con tan trágicos resultados.
Sharón quiere destruir a la Agencia Especial de las Naciones Unidas para Trabajos y Ayuda (UNRWA), organización que atempera la miseria de cuatro millones de refugiados palestinos. Es una entidad con unos 25 mil empleados, incluyendo profesores, trabajadores sociales y médicos, casi todos ellos, por supuesto, palestinos. Provee a los refugiados de comida, educación, servicios de salud y, en caso de necesidad, un techo sobre sus cabezas. Sin ella, los refugiados habrían descendido hace tiempo a un abismo de hambre y desesperación. En la actualidad, mientras nuestro ejército está destruyendo todos los vecindarios de Gaza y su infraestructura, la UNRWA está proveyendo comida, tiendas de campaña y asistencia sanitaria a los necesitados palestinos aún sin ser refugiados.
La sola existencia de esa organización molesta a Sharón y a sus generales, quienes quieren romper la resistencia de los palestinos convirtiendo sus vidas en un infierno. Después de haber trabajado sistemáticamente para hacer pedazos la Autoridad Nacional Palestina, está ahora estudiando aplastar la UNRWA.
Como se informó en los medios de comunicación, Sharón ordenó a sus generales proveer a la propaganda de la Oficina de Exteriores de fotografías militares secretas, para probar que la UNRWA coopera con organizaciones «terroristas».
Al día siguiente, todos los canales israelíes de televisión proyectaron fotos aéreas de reconocimiento mostrando una lanzadora de mísiles Qassam al ser cargada en una ambulancia de la UNRWA. Este fue el inicio de una salvaje campaña contra la organización. Los diplomáticos israelíes en Nueva York exigieron que el director de la UNRWA, el danés Peter Hansen, fuera despedido.
Dos días después, todo el asunto se vino abajo. La UNRWA afirmaba que el hombre de la fotografía no llevaba una lanzadora de misiles sino una camilla. Los generales, primero emitieron una negativa, más que balbuceante; después, medio cálidamente, admitieron que, tal vez, un deplorable error había ocurrido: los analistas profesionales del departamento de inteligencia militar habían malinterpretado las fotografías.
Esta respuesta exige ser investigada. ¿Mintieron los analistas o creían lo que decían? Cada una de las posibilidades es peor que la otra.
Si los expertos mintieron, no hicieron nada inusual. Puede decirse que hacen lo habitual en todo el personal de inteligencia en el mundo entero: suministrar a sus jefes la información que quieren oír. ¿Bush desea atacar?: la CIA le suministra información sobre las armas de destrucción masiva de Sadam. ¿Sharón quiere destruir la UNRWA?: la inteligencia militar le provee de fotografías de lanzaderas de misiles.
Hace cincuenta años, cuando los corresponsales extranjeros me preguntaron sobre la credibilidad de las declaraciones oficiales de las Fuerzas de Defensa de Israel, acostumbraba a responder que nuestro ejército no mentía. Uno debía creer sus comunicados, sin una buena razón para lo contrario. Aquellos días ya han pasado. Cuando respondo a la misma pregunta hoy, aconsejo no creer una sola palabra de las proclamaciones del ejército sin una buena razón para lo contrario.
Así, no es sorprendente que la inteligencia militar esté en innumerables apariciones ante el gabinete y el comité de exteriores y seguridad de la Kneset y que sus jefes hayan vendido absolutas mentiras y falsos testimonios. No hay en ello nada nuevo.
Pero también existe la posibilidad de que los analistas creyeran que estaban suministrando información exacta. Y esto es aún más aterrador.
Uno no ha de ser un experto para ver que el hombre de la fotografía no lleva una lanzadera de mísiles. Nadie lleva un objeto pesado con una mano como la persona de la foto. Claramente, lo que lleva es ligero. Un segundo vistazo también muestra que, sin duda, es, ciertamente, una camilla. Parece una camilla y el hombre la lleva como una camilla. («Si camina como un pato y grazna como un pato…»)
Si los expertos cometieron un error, ¿por qué es tan horrible? Es horrible porque a menudo la fuerza aérea ha golpeado a los «contingentes de lanzadoras de misiles» identificados como tales por los mismos analistas de fotografías; un descubrimiento que es transmitido en segundos y que resulta mortífero en segundos. Acto seguido el vocero del ejército anuncia con gran satisfacción que otro letal objetivo ha sido «eliminado». ¿Cuántos seres humanos han sido «eliminados»? ¿Cuántos seres humanos, niños incluidos, han sido muertos por esta clase de «certera identificación»?
Aún peor, este particular «error» prácticamente invita a los soldados a disparar a las ambulancias que transportan heridos.
Me he reunido con Peter Hansen solo una vez, en una conferencia de las Naciones Unidas sobre refugiados. Me dio la impresión de ser una persona decente y de principios. Espero que permanezca en su puesto.

Otro caso de «identificación certera»

Un caso de muerte originada por «identificación certera» ha conmocionado al mundo entero.
Iman al Hams, una niña de 13 años, de Rafah, iba de camino a la escuela, siguiendo la misma ruta que tomaba cada día. De pronto, un mortífero fuego la envolvió. Los médicos extrajeron 20 balas de su cuerpo. Puesto que no todas las balas alcanzaron su objetivo y que algunas lo atravesaron, se asume que al menos 100 balas le fueron disparadas desde varias posiciones militares; cien balas para una pequeña niña. En su bolso, sólo se hallaron libros escolares.
El vocero del ejército emitió la mendaz declaración habitual: la niña había entrado en una «zona prohibida», los soldados la tomaron por una «terrorista», el bolso parecía como si contuviera explosivos, etc. etc.
Así, ¿qué es lo que sucedió en realidad?
La más simple explicación es que los soldados dispararon como si ellos estuvieran en una acción de fuego de venganza por los dos niños muertos por un misil Quassam en la ciudad israelí de Sderot. Pero eso no es fácil de creer.
Otra explicación, no menos alarmante, es que los soldados están en un perpetuo estado de pánico. Personalmente, he visto soldados bajo pánico disparando a cualquier cosa que se moviera. Quizás eso es lo que pasó aquí también: la niña arrojó el bolso y empezó a huir tras haberse efectuado un disparo de aviso, y los soldados, en vez de dispararle al bolso, le dispararon a ella.

Algo nuevo

La escéptica actitud del público israelí respecto a los comunicados de los aparatos de seguridad causó otra tragedia esta semana.
En la víspera del Nuevo Año Judío, el Servicio general de Seguridad aconsejó al público no cruzar al Sinaí por avisos urgentes de seguridad. La gente dio un voto a la desconfianza con sus pies. Pese a los repetidos avisos, decenas de miles pasaron las vacaciones allí. Pensaron que los avisos tenían motivaciones políticas y que, de todas maneras, si la amenaza fuera seria, las autoridades habrían cerrado la frontera.
Esta vez, sin embargo, los avisos estaban justificados. Muchas docenas resultaron muertos y heridos en atentados masivos.
Ninguna organización palestina habría pensado en provocar al gobierno egipcio. Por consiguiente, parece que algo nuevo ha sucedido.
Hemos advertido muchas veces que la joven generación árabe y musulmana en el mundo no permanecerá a un lado por siempre mientras que la televisión cada día ofrece reportajes que muestran cómo la nación árabe es humillada. La apatía de los gobiernos árabes y musulmanes hacia los hechos en los territorios palestinos ocupados les parece como una humillante cobardía o vulgar traición.
El abuso de Sharón y sus predecesores sobre la población palestina ha creado una situación explosiva. La invasión de Irak por Bush ha proporcionado la chispa. Un movimiento de resistencia árabe-musulmán se está originando, una resistencia que no ve diferencias entre Irak y Palestina; entre Israel, los Estados Unidos y los gobiernos árabes. Este, parece, es el mensaje de la masacre de Taba.