¿Cuáles son las opciones ante esta política? La primera: no hacer nada y dejar que Irán se convierta en una potencia nuclear. Esta es la opción preferida por muchos europeos en la secreta esperanza de que una vez que tengan la bomba los teócratas iraníes tenderán a moderarse. Sin embargo, y aunque así fuera, un Irán nuclear es una amenaza para la estabilidad y la proliferación en la zona. Los saudíes se verían en la necesidad de tomar algunas medidas, por no hablar de Israel, bajo la amenaza directa lanzada insistentemente por los lideres espirituales de Teherán. Las conexiones con el terrorismo internacional hace esta opción igualmente inaceptable para la actual administración americana. Por lo tanto, no parece que lo que quieren los europeos se pueda sostener en el medio plazo.
La segunda, incrementar las presiones políticas e incluso avanzar en sanciones económicas que desincentiven a los líderes de Irán y les haga ver que este curso de acción no los conduce a ningún sitio. Esta opción requiere una estrecha coordinación entre Estados Unidos y la Unión Europea, así como la voluntad conjunta de aumentar progresivamente la firmeza y las presiones sobre Teherán.
La perspectiva de este entendimiento son sombrías habida cuenta de la disparidad en la evaluación del problema en uno y otro lado del Atlántico. Es más, está por ver si esta opción puede llegar a dar sus frutos, habida cuenta de los tiempos. Lo más lógico es suponer que no y entonces los europeos tenderían a aceptar un Irán nuclear, mientras que los americanos preferirían pensar en una tercera alternativa: el recurso de una acción militar destinada a destruir las infraestructuras nucleares iraníes.
Esto es problemático porque los iraníes ya aprendieron de la incursión aérea de los israelíes sobre el reactor nuclear iraquí de Osirak , pero no imposible. La verdadera cuestión es quién sería el encargado de realizarla: ¿los israelíes o los americanos?
Una intervención sobre Irán plantea numerosas incógnitas. Pero si los europeos aspiran a evitar un escenario de catástrofe, más les valdría que se pusieran desde ya a reforzar la segunda opción, la presión diplomática y las sanciones económicas. Todo lo demás les va a gustar aún menos.