Es posible que gracias a la desidia de una dirigencia que utilizó al Hospital Israelita como sede de, al menos, dudosos manejos económicos y de atención sanitaria, el otrora insigne y orgulloso hospital comunitario, como tal, esté llegando al final de sus días.
Cuna de cientos y cientos de médicos, nacido del alto concepto filantrópico del que goza el judaísmo, el Hospital Israelita fue vaciado sistemática y lentamente por una dirigencia que se atrincheró en el corazón ya herido de una institución que supo ser señera en la formación práctica de médicos y sensible a los padecimientos de la gente.
Insalvable
Hoy ya nadie quiere ser el padre de la criatura. Ni siquiera los monstruos que ayudaron a engendrarlo han aparecido para hacerse co-responsables de lo inexplicable. Hugo Ostrower, entonces Presidente de la AMIA, y el ex Embajador israelí en la Argentina, Itzhak Avirán brillan por su ausencia a la hora del derrumbe cuando ellos fueron -hay que recordarlo- quienes recomendaron a Alberto Astrovsky, un aparente hombre probo y experto en materia de administración hospitalaria y atención al sufriente. Pero para lo único que resultó experto fue para producir un vaciamiento del Hospital Israelita hasta dejarlo en una condición de paciente comatoso y con diagnóstico de muerte.
“Ya lo decidimos -dijo un alto dirigente de la AMIA aNueva Sión no podemos hacernos cargo del Hospital porque es irrecuperable. Con una deuda de $ 130.000.000, la AMIA no puede tomar el Hospital porque, si lo hace, tendría que honrar las deudas y eso no es posible”.
¿Y qué piensan hacer?, preguntamos.
– Vamos a hacer una presentación judicial donde corresponda para que si el Hospital tiene alguna solución de continuidad, quien se haga cargo no pueda utilizar el nombre de ‘Hospital Israelita Ezrah’. No podemos permitir que se siga manchando a la comunidad en el imaginario de la gente.
La situación
Al cierre de esta edición el cuadro era el siguiente:
El 4 de agosto, y seguramente previendo lo que se vendría -unas horas más tarde- con la televisación de la investigación de PUNTODOC, un grupo de personas vinculadas al Hospital decidieron conformar una cooperativa denominada ‘Cooperativa de Trabajo para la Salud Ezrah Limitada’. Esta cooperativa, conformada inicialmente por 22 personas, se comprometieron a aportar 200 cuotas de $ 1 cada una (es decir, un total de $ 4.400 como capital inicial). Una cifra más que insuficiente si pretenden demostrar su voluntad efectiva para erigirse como continuadores del Hospital venido a menos. De hecho hay una fuerte versión que indica que, con la presentación del pedido de su propia quiebra -hecha el pasado 23 de agosto por las autoridades del Hospital- los mismos han postulado a esta cooperativa como una alternativa de continuidad.
– Nueva Sión– trató de confirmar este dato en el Juzgado Comercial 7, Secretaría 13 (donde está radicada la presentación) y con dos de los flamantes integrantes de la cooperativa: la doctora Silvia Gallo, su Presidente, y el doctor Marcelo Rohr, su Tesorero.
En el primer caso, informaron que no podían adelantar nada hasta que no hubiera alguna acción formal decidida por el juez (el doctor Gutiérrez Cabello). Y en el caso de Gallo y Rohr, sencillamente no atienden sus teléfonos celulares. Estas dos personas, junto a Elisa Kogan, dirigente sindical de ATSA (gremio de la Sanidad) en el Hospital, además, están indicadas como estrechos colaboradores de Alberto Astrovsky quien, luego de tantas evidencias de irregularidades dentro de su gestión, decidió renunciar, sólo que parece que antes de ello, habría instado a armar la cooperativa para que gente de su confianza continúe la gestión al frente de ésta. Un buen modo de dejar un tendal, empezar de nuevo -sin deudas- y mantener la vaca atada…
PAMI
Pero esto no es tan sencillo de lograr. La cantidad de evidencias presentadas en los distintos informes de auditoria del PAMI muestran a las claras la desidia de las autoridades del Hospital encabezados por Astrovsky y León Cohen Bello.
De todas las críticas del PAMI al Hospital, las únicas de las que no son responsables Astrovsky y compañía están relacionadas con las deficiencias históricas de infraestructura. Por lo demás, los auditores presentaron una interminable lista de objeciones e “incumplimientos contractuales” por los que decidieron retirarle preventivamente -en ese entonces por 90 días- 20.000 cápitas de las 40.000 que el Israelita tenía adjudicadas para la atención médica. Vencido el plazo el PAMI no las reintegró. Y en esta condición, este hospital quebrado, desabastecido y con serias deficiencias en su calidad de atención, no podrá resistir el ahogo económico que esa quita produjo dado que su clientela particular o de su obra social, ISRAMED, está muy disminuida.
Los pacientes del PAMI ya fueron trasladados al Hospital Español.
La comunidad
En la comunidad, hoy, nadie quiere saber nada con Astrovsky. Otrora Presidente de la OSA y ferviente activista del partido Avodá, parece que sólo le quedaron dos amigos en las filas del partido político que lo lanzó a la fama. Luis Grinwald y José Kestelman fueron los dos únicos activistas de Avodá que le pidieron que no renunciara a las filas del movimiento del cual decidió retirarse antes de sufrir una posible sanción. Ahora resta saber qué sucederá con su par León Cohen Bello, Presidente de Avodá (a punto de expirar en su mandato) y Vicepresidente segundo de la DAIA.
Astrovsky (quien además renunciara al Rat de AMIA -Asamblea de Representantes de los Asociados-) ya tiene en su haber dos decisiones en contra del Tribunal de Etica de la Comunidad Judía. Y de Cohen Bello, sólo hay versiones encontradas que indicarían que, oficiosamente, fue ratificado en su puesto en la DAIA.
“Oficialmente el tema Cohen Bello nunca se trató en la DAIA”, dijo a Nueva Sión el Director Ejecutivo de la institución, Claudio Avruj. En los pasillos de la DAIA circula la versión de que el Vicepresidente primero en ejercicio de la presidencia, Jorge Kirszenbaum, lo habría ratificado y dado cierta calma. Más allá de verdades o rumores, lo cierto es que la DAIA no asumió un rol activo en defensa de una institución comunitaria que tiene representante en la organización techo de la comunidad. Parece ser que el Hospital no es más comunitario para alejar las nuevas imágenes del naufragio, pero sí lo es a la hora de buscar la captación de un voto en las elecciones para la constitución de la Comisión Directiva.
¿El último menemista?
La vergonzosa gestión de Alberto Astrovsky y su grupo de ataque comenzó en la era menemista y parece estar finalizando en estos días. Astrovsky ingresó al Hospital como Interventor propuesto por autoridades comunitarias y de la Embajada de Israel acostumbradas a la ‘pizza con champagne’ de la fiesta menemista. Primero fue funcionario por delegación de ese gobierno y recién después se encaramó como Presidente de la institución. El ocaso de Astrovsky y su gente derivó en su alejamiento forzado por las evidencias de prepotencia y la imagen de un hospital vaciado y lejos, muy lejos, de su época de oro.
Con muertes por infecciones intra hospitalarias denunciadas en el informe del PAMI, falta de higiene, deficiencias en su mantenimiento, desabastecimiento de materiales e insumos básicos, matafuegos con cargas vencidas, etc., etc., etc., no se puede matar al mensajero (PUNTODOC o Nueva Sión) por denunciar las severas irregularidades acaecidas.
Al Hospital no lo matan los medios ni las denuncias de los medios (cabe destacar que Nueva Sión viene abordando el tema desde hace 4 años cuando aún era posible salvarlo y Astrovsky afirmaba en una entrevista publicada que no sabía porqué lo criticábamos a él cuando habían otros tantos temas mucho más importantes). Al Hospital lo matan quienes, aún a sabiendas del “genocidio silencioso” denunciado, no tomaron el tema como propio y fueron, desde adentro, contra lo que ya sabían.
En definitiva, también es una cuestión de dignidad: “Nunca van a denunciar, dijo un ex médico (despedido) del Hospital porque hay muchos a los que lo único que les importa son los propios kioscos (que han armado allí adentro)”. Kioscos (negocios paralelos) que se están cayendo a pedazos porque, algunos de esos profesionales, bajo la máscara de “colaboradores” -como supo decir el doctor Chinsky- se convirtieron en “cómplices” a los cuales, como Astrovsky y compañía, seguramente, también va a llegarles la hora del desprestigio, la vergüenza y el desprecio social.
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