Motivos sobran
Un cacerolazo para terminar con los delfines de Beraja que, según dicen, se tiraron contra Kirchner porque la ‘AMIA americana’, el American Jewish Committee, no quiso interceder por Menem y Beraja.
Un cacerolazo para que los mafiosos (como los que supieron amenazar con la barra brava de Atlanta) no vuelvan a tener lugar en nuestra comunidad.
Un cacerolazo para que el ex embajador Avirán sea investigado por Israel, para entender qué negocios tan importantes logró… que lo hicieron radicarse en Argentina.
Un cacerolazo para que no haya espías en Memoria Activa o en Nueva Sión o donde fuera, que corren a buchonear todo a la Embajada (y que esos espías no se queden con cuadros que se donaron para recaudar fondos a favor de entidades benéficas).
Y así miles de cacerolazos más.
Preguntas
Yo tengo una propuesta.
Se acerca el acto por el aniversario del atentado a la AMIA.
Hagamos nuestro cacerolazo.
No los dejemos hablar. No le permitamos que nos sigan mintiendo y ahora se hagan los paladines de la justicia.
Que ese lugar lo tenga Memoria Activa que tienen mucho más para decir.
Y si los ve por la calle, sin violencia, se los puede encarar y preguntarles:
– ¿Por qué me vendiste?
– ¿Por qué hacés negocios con la sangre de los muertos?
– ¿Por qué echaron de la AMIA a casi todos los sobrevivientes del atentado?
– ¿Por qué no devolvés los cuadros?
Debo reconocer que yo también robé y no me avergüenza decirlo.
La frase “nos falta un cacerolazo” la dijo Daniel Muchnik, en la Feria del Libro, cuando se presentaba el libro de Nueva Sión.
Como verán, yo tampoco pude escapar de la influencia maldita y me quedé con algo que no era mío pero, por lo menos, lo comparto con ustedes.
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