«Gracias», dijo Sharón a Mazuz, de acuerdo con una televisión israelí, cuando el fiscal le informara oficialmente su decisión. Mazuz explicó que no hay «sustento legal» para juzgar a Sharón ni a su hijo menor, Gilad. Al primer ministro se le acusaba de haber aceptado sobornos del empresario David Appel -en forma de un sueldo desorbitado para su hijo- a cambio de usar sus posiciones públicas para facilitar sus negocios.
Mazuz insitió en que Sharón ha sido tratado como «un ciudadano más» y que no ha habido motivaciones políticas en su decisión, a pesar de que Arbel y su equipo de investigadores sí vieron indicios para procesar al Primer Ministro.
De hecho, el abogado de Appel pidió que se cierre el caso contra el empresario dado que si no hay base para juzgar al supuesto sobornado, tampoco la hay para procesar al sobornador.
La línea que ha salvado a Sharón y sus hijos es tan delgada que el diario ‘Haaretz’ informó que se espera que Mazuz haga público un detallado informe en el que se critica la conducta de ambos y se afirma que su actitud rozó el delito.
Por su parte, diputados de izquierda anunciaron su intención de llevar el caso hasta la Corte Suprema de Justicia.
En plena situación de inestabilidad sobre el futuro del Gobierno de coalición de Sharón y tras el despido y la renuncia de tres ministros de la derecha -por el plan de separación- la exculpación del Primer Ministro abre la puerta a la entrada del partido Laborista en el Ejecutivo.
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